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Incorporar estos hábitos en la rutina cotidiana puede suponer un cambio significativo: pequeñas conductas con enormes ventajas para conservar la memoria y la salud del cerebro a largo plazo.
Olvidar dónde dejamos las llaves, no recordar un nombre o perder el hilo de la conversación son situaciones que nos suceden a todos. Más que una señal de alarma, estos lapsos forman parte de nuestra cotidianidad. Sin embargo, según expertos citados por Real Simple, existen estrategias simples y validadas científicamente para reforzar la memoria y mantener el cerebro activo.
La neurocientífica Lisa Genova, doctora en Neurociencia por Harvard, y la neuróloga Shae Datta, codirectora de Neurociencia Cognitiva en NYU Langone Health, ofrecieron recomendaciones prácticas para mejorar la capacidad de recuerdo y prevenir el deterioro cognitivo.
Muchas de estas técnicas también cuentan con el respaldo de investigaciones del National Institute on Aging (NIA), que fomenta hábitos para una mente saludable.
* **Practicar la atención plena**
La memoria retiene mejor lo que resulta relevante o repetido. Genova recuerda que “no se puede crear un recuerdo si no se presta atención a dónde se dejó el teléfono o al nombre de una persona”. Detenerse un momento y concentrarse en la acción ayuda a fijar la información.
* **Vincular recuerdos con emociones**
Los recuerdos asociados a sentimientos se consolidan con mayor facilidad. Por ejemplo, es más sencillo rememorar el nombre de un perro que el de su dueño gracias a la ternura que despierta. Asociar un nombre a una emoción o sensación favorece su retención.
* **Visualizar y representar la información**
Imágenes, bocetos o notas escritas refuerzan la memoria. Relacionar palabras con imágenes llamativas —como imaginar a alguien llamado Baker junto a un pan recién horneado— facilita recordar los detalles.
* **Conectar nombres con múltiples referencias**
Generar distintas rutas de acceso a un dato fortalece la memoria. Los nombres propios suelen convertirse en “callejones sin salida” en el cerebro, pero relacionarlos con rasgos o historias crea caminos adicionales que ayudan a recordarlos.
* **Aprender cosas nuevas**
Explorar un pasatiempo, un idioma o una habilidad distinta activa nuevas conexiones neuronales y mantiene al cerebro ágil y flexible.
* **Cuidar la salud física y mental**
La memoria se entrena como un músculo. Dormir adecuadamente, alimentarse de forma equilibrada y practicar actividad física favorecen un buen flujo sanguíneo cerebral, mientras que el estrés o una mala nutrición lo perjudican.
* **Reducir el estrés y meditar**
El estrés crónico entorpece la claridad mental. Técnicas como la meditación o el yoga equilibran la mente y potencian la concentración y la memoria.
* **Dormir lo suficiente y comer de manera equilibrada**
Dormir entre 7 y 9 horas permite consolidar recuerdos y eliminar toxinas cerebrales. La dieta MIND —rica en frutas, verduras, cereales integrales y frutos secos— contribuye a una mejor función cognitiva.
* **Mantenerse activo físicamente**
El ejercicio regular protege contra el deterioro cognitivo y el Alzheimer. Además, mejora el sueño, reduce el estrés y potencia la salud del cerebro.
Aplicar estos hábitos en la vida diaria puede marcar la diferencia: pequeñas acciones con grandes beneficios para preservar la memoria y la salud cerebral a largo plazo.
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