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En Sabana Perdida los ciclomotores circulan con una sola llanta, lo que está originando colisiones

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Y ese ruido, no se puede dormir bien”, comenta.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

En Sabana Perdida se encuentra la gente, como comentan varios dominicanos, “con el Jesús en la boca”.

El constante “run‑run‑run” de los motores es el pan de cada día en este denso sector de Santo Domingo Norte, donde los vecinos están preocupados por las carreras que se llevan a cabo a un costado de dos colegios, la calibradera y los frecuentes siniestros.

Durante una visita realizada por reporteros de Hoy Digital para la serie especial Hoy en tu Barrio, esta realidad quedó más que clara.

Urbano Rosara Vázquez, pastor de la iglesia cristiana Cuerpo de Cristo y presidente de la Junta de Vecinos, no oculta su inquietud: “Lo único que nos preocupa son los motoristas que levantan los motores con una sola rueda”, comenta, y añade que la situación se agrava porque se encuentran entre la Escuela Básica Juan Pablo Duarte y el Liceo Sabana Japón, donde niños y adolescentes han resultado afectados.

“Eso representa un peligro latente para los chicos cuando salen (de la escuela)”, subraya el religioso, al tiempo que explica que “ellos comienzan a calibrar allí, en la avenida”, refiriéndose a la calle Rosa Duarte, intersección Anacaona, del barrio Inéspre.

Lo más alarmante, señala, es que la mayoría de los participantes en esas maniobras son adolescentes de entre 14 y 16 años, que incluso van sin ningún tipo de identificación.

“Ellos optan por esas carreras porque hay un tramo largo, desde Nuevo Horizonte hasta la cancha, y aprovechan para levantar los motores y correr allí, hacen competencias”, explicó Vázquez.

Muchos accidentes de tránsito

El pastor rememora que el año pasado un niño de apenas ocho años perdió la vida a causa de esta práctica peligrosa. “Un conductor se puso a calibrar con el niño y el chico se salió del motor y murió”, relató, visiblemente conmovido, al recordar el hecho.

Según Urbano, los siniestros son habituales y, en ocasiones, las víctimas han sido peatones.

El más reciente ocurrió hace aproximadamente tres días, cuando chocaron a una adolescente de 14 años al salir del colegio; afortunadamente no fue grave, pero pudo haberlo sido.

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Agapito Rojas, otro habitante del sector, comparte la misma preocupación: “Los motoristas van como locos, pasan por ahí calibrando. Parece un canódromo (pista de carreras). No les importa que haya personas mayores, niños. Y ese ruido, no se puede dormir bien”, comenta.

Rojas asegura que los ruidos son continuos: “De día, de noche, a toda hora. Es 24/7”.

En Sabana Perdida, los adultos mayores caminan atemorizados y los padres incrementan la precaución con sus hijos.

Altagracia Reynoso expresa el mismo sentir y lamenta las tragedias que han dejado de duelo a varias familias del sector Inéspre de Sabana Perdida. “Andan como locos”, afirmó.

Rojas, por su parte, cree que muchos de esos jóvenes lo hacen como forma de impresionar a las chicas.

Su percepción parece acertada. Al ser interrogados por los periodistas, varios adolescentes menores de 17 años —cuyo nombre se mantiene en reserva para proteger su integridad— respondieron sin vacilar: “Así es como le das a las mujeres cuando sabes calibrar”, mientras otros simplemente dijeron que “se siente vacano, la adrenalina”.

¿Qué se ha hecho?

A pesar de la situación, el pastor Urbano asegura que han tratado de frenar el problema mediante charlas y acercamientos con las autoridades.

Hace dos meses sostuvieron un encuentro con miembros de la policía en la Iglesia Católica y acordaron el tema; sin embargo, sus reclamos no han sido atendidos. “Quedaron en enviarnos policías, pero todavía no he visto nada”, resaltó Vázquez.

El líder comunitario explica que incluso ha dialogado directamente con los jóvenes:

“No hace ni tres días que me reuní con ellos (los motoristas). Lamentablemente, les entregué la información y les advertí del peligro que representa, incluso ellos pueden resultar afectados, pero no me hicieron caso. De hecho, al terminar de hablar con ellos, cuando di la espalda arrancaron y calibraron el motor a un minuto de haber finalizado la conversación”, comentó afligido el dirigente de Sabana Perdida.

Los reporteros pudieron presenciar una escena similar; cuando algunos jóvenes empezaron a calibrar, el pastor se acercó a exhortarlos a detener la práctica.

Lo que piden

Los vecinos están unidos bajo un mismo clamor: regular la situación y aumentar la vigilancia policial para evitar más siniestros.

“Yo le pido al jefe de la Policía que ponga mano dura, especialmente con el tema de los motoristas”, pidió Vázquez.

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