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Han imputado al exasesor John Bolton de guardar en su domicilio documentos gubernamentales de EEUU catalogados como ultrasecretos

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Bolton se hizo conocido por sus visiones belicosas sobre el poder estadounidense y, tras dejar el primer gobierno de Trump, se transformó en un crítico prominente y sincero del presidente.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

Algunos de los archivos decomisados parecían aludir a armas de destrucción masiva, la “comunicación estratégica” a nivel nacional y la misión de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, según indicaron los documentos.

John Bolton, exasesor de seguridad nacional durante el primer mandato del presidente Donald Trump, fue acusado el jueves de retener documentos ultrasecretos en su domicilio y de compartir con familiares notas que contenían información reservada sobre su periodo en el gobierno.

La acusación, compuesta por 18 cargos, también sugiere que información secreta quedó expuesta cuando agentes —presuntamente vinculados al régimen iraní— hackearon la cuenta de correo electrónico de Bolton en 2021 y accedieron a secretos que él había compartido. Según los fiscales, un representante de Bolton comunicó al FBI que sus correos habían sido hackeados, pero no mencionó que él había compartido información secreta a través de esa cuenta ni que los atacantes informáticos ahora poseían dicha información.

La investigación sobre Bolton, quien trabajó más de un año en la administración de Trump antes de ser despedido en 2019 y convertirse en un crítico abierto del líder republicano, se hizo pública en agosto cuando el FBI registró su residencia en Maryland y su oficina en Washington en busca de registros clasificados que podría haber conservado de los años que sirvió en el gobierno.

La acusación formal de 18 cargos, presentada ante un tribunal federal en Greenbelt, Maryland, sienta las bases para un caso judicial de gran trascendencia, centrado en una figura con una larga trayectoria en los círculos de la política exterior republicana. Bolton se hizo conocido por sus visiones belicosas sobre el poder estadounidense y, tras dejar el primer gobierno de Trump, se transformó en un crítico prominente y sincero del presidente.

Aunque la investigación que condujo a la acusación ya estaba en curso durante la presidencia de Joe Biden y se inició mucho antes del segundo mandato de Trump, el caso se desarrollará en un entorno de inquietudes más amplias sobre si su Departamento de Justicia está siendo utilizado como arma para perseguir a sus adversarios políticos e impedir que sus aliados sean examinados.

La acusación sostiene que Bolton “abusó” de su posición como asesor de seguridad nacional al compartir más de 1.000 páginas de información sobre “sus actividades cotidianas” en el trabajo con dos personas de su círculo familiar que no estaban autorizadas para verlas. También se le imputa la retención ilegal en su casa de Maryland de “documentos, escritos y notas” relacionados con la defensa nacional, incluyendo información clasificada hasta el nivel ultrasecreto, según detalla la acusación.

Durante el registro realizado en agosto, los agentes confiscaron de la oficina de Bolton numerosos documentos marcados como “clasificados”, “confidenciales” y “secretos”, de acuerdo con documentos judiciales previamente desclasificados. Algunos de los registros incautados parecían referirse a armas de destrucción masiva, la “comunicación estratégica” nacional y la misión de Estados Unidos ante Naciones Unidas, según indicaron los documentos.

Este suceso ocurre después de acusaciones separadas el mes pasado que imputan al exdirector del FBI James Comey de mentirle al Congreso, y a la fiscal general de Nueva York, Letitia James, de cometer fraude bancario y hacer una declaración falsa, cargos que ambos niegan. Ambos casos fueron presentados en un tribunal federal en Virginia por un fiscal que Trump nombró apresuradamente en el cargo tras sentirse cada vez más frustrado porque las investigaciones sobre enemigos de alto perfil no habían resultado en juicios.

En contraste, el caso de Bolton fue presentado en Maryland por un fiscal federal que, antes de ser ascendido al cargo, había sido fiscal de carrera en la oficina.

Las dudas sobre cómo Bolton manejaba la información clasificada se remontan a años atrás. Enfrentó una demanda y una investigación del Departamento de Justicia tras dejar el cargo a causa de información contenida en un libro que publicó en 2020, “The Room Where it Happened” (“La habitación donde ocurrió”), en el cual afirmaba que Trump estaba gravemente desinformado en política exterior.

El gobierno de Trump aseguró que el manuscrito de Bolton incluía información secreta que podría poner en riesgo la seguridad nacional si se revelaba.

Los abogados de Bolton han argumentado que él decidió seguir adelante con la publicación después de que un funcionario del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, con quien Bolton había trabajado durante meses, afirmara que el manuscrito ya no contenía información secreta.

Una declaración jurada de orden de registro que se dio a conocer previamente sostiene que un funcionario del Consejo de Seguridad Nacional había revisado el manuscrito del libro y le había comunicado a Bolton en 2020 que este parecía contener “cantidades significativas” de información secreta, parte de la cual era de nivel ultrasecreto.

El abogado de Bolton, Abbe Lowell, ha declarado que muchos de los documentos incautados en agosto habían sido autorizados como parte de una revisión previa a la publicación del libro de Bolton. Señaló que muchos databan de décadas atrás, de la larga trayectoria de Bolton en el Departamento de Estado, como fiscal general adjunto y embajador de Estados Unidos ante la ONU.

La acusación formal marca un momento drástico en la extensa carrera de Bolton en el servicio público. Sirvió en el Departamento de Justicia durante el gobierno del presidente Ronald Reagan y fue el responsable del Departamento de Estado para el control de armas durante la presidencia de George W. Bush.

Bush nominó a Bolton para ser embajador de Estados Unidos ante la ONU, pero no logró la confirmación del Senado y renunció después de trabajar 17 meses en un nombramiento que Bush efectuó durante un receso de la cámara alta. Esto le permitió ocupar el puesto de manera temporal sin la aprobación de los senadores.

En 2018, Bolton fue designado como el tercer asesor de seguridad nacional de Trump, pero su breve mandato estuvo marcado por desacuerdos con el presidente sobre temas como Corea del Norte, Irán y Ucrania.

Estas diferencias finalmente provocaron la salida de Bolton: en septiembre de 2019, Trump anunció en redes sociales que había aceptado su renuncia.

Posteriormente, Bolton criticó la estrategia de política exterior de Trump y su administración en general en su libro de 2020, incluyendo la alegación de que Trump vinculó directamente el suministro de ayuda militar a la disposición del país a llevar a cabo investigaciones sobre Biden, quien pronto sería el rival demócrata de Trump en las elecciones de 2020, y miembros de su familia.

Trump respondió criticando a Bolton, describiéndolo como un “tipo acabado” y un “belicista loco” que habría llevado al país a la “Tercera Guerra Mundial”. Trump también afirmó en ese momento que el libro contenía “información altamente secreta” y que Bolton “no tenía autorización” para publicarlo.

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