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En recientes exhibiciones, la temática del paisaje ha retornado al primer plano, incluso como único foco.
Nos regocijamos y hemos reflexionado sobre su valor como **”sello nacional”** y, más aún, como identidad regional, ayudando primariamente a una manifestación moderna singular dentro del panorama latinoamericano.
Ahora, Raúl Recio, artista contemporáneo de gran talla por su **”savoir faire”** y juvenil por su alma indómita, presenta su obra en la Galería de la Alianza Francesa de Santo Domingo. Este acontecimiento es también muy favorable para la institución y su prestigio como centro de arte y cultura.
Como introducción a las obras, un bello texto de la afamada escritora Rita Indiana, redactado para una muestra previa en el Centro Cultural de España, sostiene que “no es la primera ocasión en que Raúl Recio se aventura en la densa frontera entre lo abstracto y lo figurativo”.
Puede leer: Mira la lista completa de galardonados en los Premios ConstruGala 2025 (Nota: Manteniendo la inserción original, aunque parezca un corte abrupto).
Hacía ya un tiempo que Raúl Recio no exponía individualmente en Santo Domingo. Permanecen en la memoria aquellos magníficos cuadros desplegados en Lyle O’Reitzel Contemporáneo, que resultaron cautivadores, diversos en sus efectos visuales, y una genuina exploración, tanto por la estructura, el colorido y la técnica del pincel, como por una manera fresca de abordar la naturaleza caribeña.
La Sala de Arte de la Alianza Francesa resulta acogedora y posee una distribución espacial adecuada que permite una escenografía, simultáneamente clara y variada, entre piezas exhibidas individualmente y series, resaltando cualidades en común o contrastantes.
El espacio no facilita dimensiones demasiado grandes, pero sí permite la alternancia, en orientación horizontal y vertical, de diversos tamaños que refuerzan la atracción del paisajismo de Raúl Recio, poseedor de una sorprendente riqueza de perspectivas. Abarca agua, tierra y hasta el firmamento; y no solo se interpretan con máxima inventiva, sino con una profunda resonancia poética: ¡Incluso podríamos hablar de asiduas cadencias o **”rimas visuales”**!
Aparte de la valoración de Raúl Recio como letrado visual e intérprete singular del paisaje, es necesario hacer algunas anotaciones de menor índole.
La palma -o palma real- es una presencia constante: esta vegetación tropical, representada, recreada, en ocasiones tumultuosa, la disfrutamos enormemente -sin conexión alguna con el controvertido galardón de la Bienal-, en la mayoría de sus lienzos.
Es bastante común que el nombre que el creador le da a su obra no añada valor si el espectador lo ignora o simplemente no lo retiene. Ciertos títulos -aunque no todos- que Raúl Recio escoge, guían, enriquecen o extienden la percepción visual.
Esto ocurre con la pintura, **”absolutamente”** de gran formato, “Mar en almas”. Atrae poderosamente la atención -si no la concentra-, irradia, hipnotiza, mezcla abstracción y figuración -rápidamente identificable-. No obstante, el título le incorpora una dimensión metafísica. Incluso puede que nos desoriente, como sucede con la obra más fascinante e intensa: “Si vienes aquí, tienes dos opciones, de noche o de día”.
Que logren hacernos pensar y nos detengan es satisfactorio. ¡Las ojeadas rápidas no son suficientes, tampoco el sucinto “me encanta”!
Raúl Recio es un pintor, dibujante y grabador admirado (¡casi echamos de menos su impronta gráfica aquí!).
Celebramos su colección de acuarelas, encantadoras, vaporosas, versátiles, diáfanas y sólidas a la vez. Entre nuestros talentos, son escasos los acuarelistas declarados: Raúl es uno de ellos. Además, esto se alinea con su carácter, jovial e inherentemente sensible. Un **”apunte”** adicional, ineludible, es mencionar la recurrencia de los formatos circulares, motivados por razones estéticas e inspiración espontánea, y no por una búsqueda de continuidad o perfección del contorno.
Hoy, Raúl Recio nos sumerge en el naturaleza sin retornar a sus **”travesuras plásticas”** de antaño, donde pululaban piscinas, chicas y chicos **”atractivos”**. Quizá esto no sea una renuncia perpetua ni definitiva, pero la manera en que el artista aborda la naturaleza la eleva a la categoría de universo y le confiere una trascendencia espiritual.
Convergen emociones, aprensiones y sentimientos: asombro, afecto, chispa, juego, amparo, dedicación, cautela, hasta arrebato y pánico. Se trata de la vida en su manifestación más potente y sublime, e infortunadamente, la conciencia ecológica en el arte no compite, ni mínimamente, con el instinto y los ciclos destructivos.
Raúl Recio ha elevado su destreza técnica y su libertad expresiva, pero nos da la impresión de que se ha vuelto más exigente consigo mismo en su ejecución y en una representación casi onírica que exagera la realidad. Cada pieza de su arte paisajístico forma parte de una imaginería precisa y notable. Es más, ahora sus evocaciones paisajísticas traspasan fronteras, el Caribe parece volverse global.
Raúl Recio es un maestro en géneros, modalidades y herramientas, cosa que sabemos desde hace tiempo. Su virtuosismo se extiende al color y a la forma en que lo aplica, irrumpiendo con una infinidad de detalles, de **”brochazos”** instintivos según su sentir.
Su paleta sin límites, armónica y contrastada, melodiosa y resonante, no deja de incursionar en una súbita paleta monocromática. No obstante, debemos destacar de manera especial su **”amarillo”**, tan claro y radiante que parece el Sol de la Pintura.
Raúl Recio actualmente reside y trabaja en Miami, una de las capitales del arte que acoge a numerosos creadores visuales del Caribe y de América Latina. Él es, sin duda, uno de nuestros artistas más destacados y reconocidos por fusionar una expresión contemporánea, dominicana y caribeña, propuestas bienvenidas e indispensables para la proyección del arte nacional en el ámbito mundial.
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