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Santo Domingo.- Entre museos legendarios, palacios majestuosos y espacios que narran siglos de historias, París se ha consolidado como uno de los destinos más visitados del mundo. Estas son cinco paradas imperdibles para quienes viajan a la capital francesa.
El Museo del Louvre es el museo nacional de Francia, dedicado tanto a las bellas artes como a la arqueología. Se encuentra en París, la capital del país, dentro del antiguo palacio real del Louvre.
Allí, las extensas colas no disuaden a los amantes del arte, quienes pasan largas horas esperando para contemplar obras como la Mona Lisa. De hecho, la mayoría de los visitantes se dirigen directamente a la sala 771, pero en el camino pueden deleitarse con diversas obras, como Las bodas de Caná, La Victoria de Samotracia, La Venus de Milo, y los aposentos de Napoleón III, el último monarca que gobernó entre 1852 y 1870. Esta sala destaca por sus lámparas de dimensiones imponentes y sus piedras preciosas.
El recorrido por este museo podría tomar días enteros, pero si madrugas, puedes explorar varias de sus salas, teniendo un encuentro singular con la historia de la humanidad, la cultura y el arte.
El Palacio de Versalles
Este es otro museo emblemático de obligada visita. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, fue una antigua residencia real edificada por el rey Luis XIV, situada en Versalles, a unos 19 kilómetros al oeste de París (Francia).
Actualmente es administrado por el Establecimiento Público del Palacio, Museo y Dominio Nacional de Versalles, una entidad pública autónoma bajo el amparo del Ministerio de Cultura francés. Los jardines son hoy uno de los atractivos públicos más visitados de Francia, recibiendo más de seis millones de visitantes anualmente.
Aquí se pueden recorrer los grandes aposentos del palacio, compuestos por dos secciones simétricas separadas por la Galería de los Espejos: los aposentos del Rey y los de la Reina.
También es posible visitar el Salón de Venus, dedicado a la diosa romana del amor y que sirve de acceso principal al gran aposento del Rey. Durante las veladas de recepción, este salón se transformaba en un espacio de bienvenida con aperitivos, ubicado en la sala 204.
De igual modo, se puede rememorar la historia en la habitación 401, la primera antecámara de Madame Victoria, que era la más accesible y funcionaba como sala de espera para los visitantes, o la biblioteca, y admirar cada detalle arquitectónico en las salas de las demás hijas reales.
Otra parada relevante es la Sala de la Coronación o la Galería de las Batallas, con 33 lienzos de gran tamaño que conmemoran las victorias francesas obtenidas entre los años 496 y 1809.
Una visita que no debe pasarse por alto es la de los Jardines de Versalles, que abarcan 77 hectáreas. Su ejecución tomó 40 años y hoy son un museo al aire libre que incluye 55 fuentes y estanques, entre ellos el Parterre del Naranjal, ubicado bajo la terraza del palacio; el Parterre de Agua, que se extiende como prolongación de la fachada; el estanque de Latona, un conjunto de mármol; y las grandes aguas musicales, una parada imprescindible en la visita.
3. La Catedral de Notre Dame
Es uno de los monumentos más icónicos de la capital francesa. Dedicada a la Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora de París, está rodeada por el río Sena. Para los creyentes, asistir a una eucaristía en esta iglesia, con las alabanzas del coro, es una vivencia inigualable.
Aunque su acceso puede convertirse en una travesía, entrar también requiere paciencia debido a las largas filas.
4. El Arco del Triunfo
Es un monumento histórico mandado construir por Napoleón Bonaparte en 1806 para celebrar las victorias militares de Francia. Fue inaugurado en 1836 y se sitúa en el centro de la plaza Charles de Gaulle, al final de los Campos Elíseos. Desde su cima, se puede disfrutar de una vista panorámica de toda la ciudad.
Mide aproximadamente 50 metros de altura.
5. Torre Eiffel
Si se desea disfrutar de la gastronomía de Francia, desde el Arco del Triunfo se puede ir caminando hacia la Torre Eiffel mientras se disfruta de la vista del río Sena.
Esta infraestructura, símbolo de Francia y de su capital, es la edificación más alta de la ciudad y el monumento turístico más visitado del mundo, atrayendo a 7.1 millones de turistas cada año.
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