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No solamente el polvo del Sahara ha arribado al país. La aridez y la escasez hídrica tomaron las riendas de las llaves de agua de los vecinos del barrio 27 de Febrero, quienes aseguran que abrir un grifo y constatar la salida de agua es casi un prodigio que vale la pena documentar.
“La envían por una hora o 15 minutos, según les parezca, y de no ser así, hay que adquirir bolsitas de agua”, comentó Jairo Feliz al Periódico HOY, en el contexto de una entrevista para el especial Hoy en tu Barrio.
“El agua llega, saluda y emprende la retirada”, describió Napoleón Figuereo, otro habitante de la zona. “A veces aparece, y otras jornadas pasan hasta dos sin asomarse, y cuando lo hace, se marcha al instante”, agregó.
Los residentes confiesan que este escenario se repite cada semana y sus esperanzas de que la situación se normalice ya se han disipado.
Fernando Galva, otro residente, se sumó al descontento general y detalló lo que experimenta en su hogar.
“El servicio de agua es bastante problemático. Se supone que la distribuyen dos días a la semana, pero hay ocasiones en que no lo hacen. Por lo tanto, la gente se queda esperando. Mira, hoy, allá arriba la aguardan y aún no llega, y cuando arriba, es muy poca cantidad”, puntualizó.
En ciertas áreas, como Santa Rita, el panorama es aún más desalentador.
“Existe un pozo sumergible que comercializa agua y, al parecer, hay un acuerdo tácito para que el agua no llegue hasta aquí, obligando a uno a tener que comprarla”, denunció María Mercedes Checo.
Checo afirmó que tiene que desembolsar hasta RD$600 pesos semanalmente debido a la falta del vital líquido.
Otro de los residentes, Ricardo Sedano, enfatizó que “hay personas que se ven obligadas a comprar agua a diario”.
Una situación similar la padece Francisco Almonte, quien señaló que “el agua algunas veces viene, y otros días pasan hasta dos sin aparecer y cuando lo hace, se va de inmediato”.
Mientras tanto, aquellos que poseen bombas sumergibles aprovechan para vender el agua al resto de la comunidad.
El problema se agrava para los vecinos que residen en lomas, zonas elevadas o más apartadas de la toma principal, ya que debido a la escasa presión con la que llega el líquido, deben levantarse de madrugada para poder llenar, por lo menos, un balde.
“Si uno no se levanta a las 5:00 de la mañana, se queda sin suministro”, indicó Antonio Valle.
Otros se han resignado a comprar agua a los camiones cisternas, aun a riesgo de quedarse sin el dinero para el pasaje del día siguiente para ir a trabajar.
Los residentes claman simplemente por lo más elemental y necesario que requiere la población: agua para asearse, realizar su higiene bucal y poder mantener sus viviendas limpias.
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