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Lisbeth Suriel: Por poco no sobrevive a una cesárea

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El parto y las secuelas** Según su relato, el viernes 5 de septiembre del presente año dio a luz mediante una cesárea, justificada inicialmente por un diagnóstico de preeclampsia leve.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

La joven Lisbeth Suriel, de 24 años de edad, madre soltera, ha hecho pública “la totalidad del sufrimiento” que experimentó antes, durante y después de su alumbramiento en el Hospital General Doctor Vinicio Calventi, ubicado en Santo Domingo Oeste.

**El parto y las secuelas**

Según su relato, el viernes 5 de septiembre del presente año dio a luz mediante una cesárea, justificada inicialmente por un diagnóstico de preeclampsia leve. No obstante, el procedimiento derivó en una perforación intestinal y la acumulación de 1,800 CC de materia fecal “esparcida” dentro de su organismo.

“Tenía secreciones purulentas, y los médicos alegaron que fue mi apéndice lo que se había reventado. Ellos faltan a la verdad, porque mi apéndice no podría haber estado reventado durante dos días sin causarme la muerte. Me extirparon el apéndice, pero no realizaron una limpieza adecuada y procedieron a cerrarme en esas condiciones”, declaró al medio.

Relató que, tras recibir el alta médica, comenzó a notar una fuerte hinchazón abdominal y dolor. “Le escribí a la doctora, expresándole que el dolor era insoportable, que no lo consideraba normal, y le pedí si podía solicitar una ecografía para determinar la causa”, sin embargo, la facultativa le aseguró que esto era “común” después de este tipo de partos.

**La negación de la sintomatología**

“Me preguntó si ya había evacuado, si había expulsado gases o ‘peítos’, sugiriendo que la situación era normal ya que las mujeres suelen padecer estreñimiento después de una cesárea, y que mi malestar se debía a la falta de ir al baño”, indicó Suriel. Sin embargo, ante la persistencia de los síntomas, insistió nuevamente, y en esta ocasión, la doctora le indicó que se dirigiera al centro médico para que la viera un cirujano.

“Mi familia acude al hospital y no encuentran ni doctores ni enfermeras, nadie. La doctora me había dicho que los médicos no estaban disponibles, que buscara a un cirujano donde fuera para que me revisaran. El médico se presentó, pero nunca me examinó; simplemente me preguntó si había evacuado. Le respondí que no, me puso una inyección y aun así no logré evacuar”.

La joven narra que para el 8 de septiembre notó una leve mejoría, aunque seguía sintiendo “molestias”. Pensó que se trataba únicamente de la recuperación de la cesárea. No obstante, en la madrugada de ese mismo día, sintió que su abdomen se inflamaba a tal punto que temía que fuera a explotar. “Le dije a mi madre que ya no era capaz de mantenerme en ninguna posición, ni sentada ni acostada, solo podía estar de pie”.

**El retorno al hospital y la segunda operación**

Debido a su grave estado, su familia la llevó de vuelta al Calventi. Allí le realizaron una ecografía inicial, señalando que tenía “un poco de líquido amniótico que la doctora le había dejado”. Posteriormente le practicaron dos ecografías adicionales, una abdominal y otra transvaginal, que supuestamente arrojaron el mismo resultado.

“No estoy segura de que ese fuera el hallazgo real de las ecografías, porque nunca nos mostraron las imágenes. Inmediatamente después de los resultados, le dijeron a mi madre: ‘vamos a prepararla para cirugía, la vamos a intervenir'”.

Tras esta segunda intervención, se confirmó que lo que se había catalogado como restos de “líquido amniótico” era, en realidad, una perforación intestinal. Al salir del quirófano, fue trasladada a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), donde permaneció durante trece días.

**Maltrato en UCI**

“A mi familia les decían que todo estaba bien. Cada vez que intentaban visitarme, intentaban como sedarme, inyectándome un medicamento para el asma, cuyo nombre no recuerdo, que provoca mucho sueño”, señaló. Además, contó que cada vez que la aseaban, ya que usaba pañales, le retiraban la ropa de cama y los elementos sucios, pasándoselos sobre el cuerpo. “Yo no podía protestar, porque esa era la forma en que te bañaban, con elementos sucios, y podía contraer una infección más grave”, relató Suriel entre lágrimas.

**De UCI a su domicilio**

La joven Suriel explicó que, tras mostrar signos de mejoría, fue enviada de UCI a su casa sin la debida autorización médica. “Iban a reformar la UCI por las malas condiciones en que se encuentra, y me trasladaron a una pequeña sala que era para dos pacientes, pero pusieron tres. Nunca me reubicaron en una sala común. Me enviaron de UCI directamente a mi casa, sin hoja de alta ni documentos de salida, asegurándole a mi familia que yo estaba bien”, detalló.

“El cirujano se acercó a mi hermana y le explicó que tenía un pequeño orificio y que debían limpiarme dos veces al día. Mencionó que la incisión donde me habían hecho la ‘T’ se había abierto. Me pusieron dos puntos, pero se volvieron a reabrir”, añadió.

**Una nueva urgencia**

Suriel manifestó que al regresar a su hogar, tanto ella como su familia se alarmaron al ver el estado de su herida. Decidieron acudir a un laboratorio clínico privado para analizar las secreciones y realizar un hemograma. Los resultados mostraron sus glóbulos blancos en 23.000, reflejo de la intensa infección. También se le realizó una ecografía que reveló presencia de líquido.

“El ecografista comentó que no podía asegurar si era líquido fecal o pus, y que debía verme un cirujano de emergencia”, expresó. Ante esta situación, fue trasladada de urgencia al Hospital Materno Doctor Reynaldo Almánzar, en Villa Mella.

“Cuando llego allí, me reciben y me ingresan a la UCI, donde estuve seis días. Luego me sacan a sala para limpiar la herida nuevamente, que estaba muy abierta, e intentar cerrarla. Allí estuve tres días más, y me dieron el alta hace quince días; aún mantengo los puntos. La herida tenía tal nivel de infección que esta me consumió la piel y la carne, y tuvieron que estirar para poder cerrarme. Todavía sigo drenando”, afirmó.

**El expediente desaparecido**

Lisbeth Suriel asegura que su historial médico no aparece en el Hospital General Doctor Vinicio Calventi y que, a pesar de sus esfuerzos, no ha podido contactar a la doctora.

Relató también un incidente incómodo ocurrido durante su gestación. El médico que la seguía tuvo que ausentarse por enfermedad, y otro doctor tomó su lugar. Suriel explicó que, al asistir a una consulta con su hija de siete años, el galeno se negó a atenderla.

“Me dijo: ‘Contigo y con ella aquí, no te voy a atender’. Tengo grabaciones donde se ve que el doctor casi se me echa encima. Yo le dije: ‘Me voy a ir, no me atienda’. Luego, salí del consultorio llorando, pero regresé, me atreví a grabar al doctor y le dije: ‘Si algo me pasa, quedará en su conciencia. Estoy con tantas semanas de embarazo y estoy manchando. ¿Cómo me dice que no me va a atender porque vine con mi hija, ya que no tengo con quién dejarla, y no puedo dejar a una niña de siete años sola?'”, explicó.

Detalla que grabó al doctor y que este la “manoteó” para arrebatarle el teléfono. “Me dejó encerrada en el consultorio, diciéndome que no saldría hasta que borrara los videos. Me dejó allí, salió y se llevó mi teléfono”. Suriel agregó que, al conseguir salir, acudió a la dirección del centro médico. Allí le indicaron que el incidente era “un caso muy grave, que podrían sancionarlo por ello”. Llamaron al jefe de ginecología, quien confirmó que era una falta muy seria. El director le prometió asignarle una doctora fija y le pidió que eliminara los videos para dar por zanjado el asunto.

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