Salud

El impacto psicológico de la violación: cómo enfrentar el trauma y la revictimización

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Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

El nivel de ansiedad que genera este trauma impide que la víctima concilie el sueño, los pensamientos intrusivos son abundantes y en algunos casos requiere medicación.

Dejar de lado la culpa y la vergüenza es, tal vez, uno de los desafíos más dolorosos a los que se enfrenta una mujer que ha sido agredida sexualmente.

“La vergüenza no es mía, sino de quien me ultrajó, me violó y eligió ser un violador”, ejemplifica la terapeuta sexual y de pareja Heidy Camilo, quien basándose en su experiencia sostiene que una de las primeras acciones de un terapeuta en estos escenarios es validar y trabajar en la desculpabilización.

La desculpabilización y el abordaje de la vergüenza son aspectos que se trabajan intensamente en consulta —subraya—, donde la víctima necesita comprender que en ningún momento fue provocadora o instigadora de dicho acto delictivo.

“Ella no es lo que ocurrió, sino que experimentó algo traumático. Es decir: viví una violación, pero eso no define mi identidad”.

“Debe confrontar el pánico a la recurrencia, el temor, las memorias traumáticas y, en ocasiones, padecer amnesia disociativa, que es la pérdida de recuerdo de una parte del suceso, como un mecanismo de supervivencia”.

Camilo explica que esta elevada ansiedad impide el descanso de la víctima, los pensamientos intrusivos se multiplican, y en ocasiones es necesario el uso de fármacos, lo cual se gestiona, por supuesto, a través de la psiquiatría.

La mujer sobreviviente de violación, además, debe gestionar elementos sociales complejos, como la revictimización, ya que es juzgada y señalada, especialmente cuando la gente le cuestiona: ¿qué hacías allí?, ¿por qué estabas en ese lugar?, ¿quién te envió?, ¿estás segura de que no fue consentido?, o ¿por qué no te negaste?. Muchos cuestionan fríamente, que “cuidado si fue consentido”, interrogantes que siembran la duda en la víctima y le generan una sensación de miedo y culpa que agrava su vergüenza.

Las víctimas de violación no solo deben lidiar con las secuelas directas del asalto, como la vergüenza, el terror a la repetición, el miedo, los recuerdos angustiantes, o la amnesia disociativa —que consiste en olvidar segmentos del evento como estrategia de supervivencia.

La terapeuta del Centro Vida y Familia afirma que el trauma que se instala en una mujer tras ser víctima de abuso sexual está determinado por diversos factores.

El primero es el componente psicológico, donde se desarrolla en la víctima un Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT) en el que experimenta síntomas de reexperimentación, reviviendo todo lo sucedido como si estuviera pasando otra vez.

También pueden manifestarse síntomas de hiperactivación y evitación, donde cualquier estímulo asociado al evento de la violación dispara respuestas traumáticas. Por ejemplo, si la víctima ve a alguien con rasgos similares a los del agresor, esto puede desencadenar una fuerte reacción traumática como: desmayos, crisis de pánico, depresión severa y, con frecuencia, requieren medicación para dormir y controlar estados de ansiedad. Por ello, se enfatiza la necesidad de ser cautelosos en el abordaje clínico.

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