Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.
Cádiz (1973) Redactor y editor especializado en tecnología. Escribiendo profesionalmente desde 2017 para medios de difusión y blogs en español.
Las plataformas sociales se han visto inundadas de capturas de pantalla similares a la que ilustra este artículo: una tertulia aparentemente simple que desemboca en un ciclo infinito de respuestas. Todo se inicia con la pregunta inofensiva de un usuario acerca de la existencia de un emoji de caballito de mar. Desde ese instante, el asistente virtual comienza a contestar con gráficos de peces, dragones, corales y una buena dosis de confusión.
En lugar de mostrar el emoji correcto, que verdaderamente existe y es 🐠, ChatGPT cae en una especie de vorágine de intentos fallidos, corrigiéndose constantemente, mezclando especies marinas y riéndose de su propio error. Lo particular de esta situación es que la conversación nunca halla su fin. Cada tentativa conduce a otra y a otra más, generando un hilo casi inagotable que ha provocado la hilaridad de miles de usuarios.
Si bien el escenario es cómico, hay un aspecto que merece ser considerado: si se utiliza la versión sin costo de ChatGPT, este experimento podría salir caro en términos de tiempo y créditos. Los usuarios en el plan gratuito disponen de un número limitado de mensajes o de un tiempo activo restringido con el asistente. Si permites que el chat continúe respondiendo sin interrupción durante minutos, como sucede con este error del “emoji del caballito de mar”, podrías agotar tus créditos de sesión y quedarte temporalmente sin acceso hasta su restablecimiento.
El fallo parece originarse en la dificultad del modelo para distinguir entre diversos emojis marinos parecidos. El pictograma oficial del caballito de mar está disponible desde 2018, pero su aspecto varía según el sistema operativo o el teclado. Algunos modelos más antiguos lo relacionan con un pez tropical o incluso con un dragón de mar, lo que pudo haber desencadenado el divertido equívoco.
El desenlace es que ChatGPT no logra identificar el símbolo adecuado y se adentra en una suerte de espiral autocrítica: “no, espera… ese no es…”, “tampoco”, “ahora sí”, “no…” y así de forma continua. Una fusión de comedia involuntaria y fallo lingüístico que muchos ya equiparan con el célebre “pantallazo azul” de Windows, pero ambientado con emojis.
Más allá de la anécdota, el caso del “emoji del caballito de mar” revela algo interesante sobre la operatividad de los modelos de lenguaje: tienen la capacidad de improvisar con coherencia, pero no siempre saben cuándo es momento de parar. Al no localizar un término lógico, repiten patrones, se autocorrigen y entran en bucles que parecen humanos, aunque su naturaleza sea otra.
Este pequeño desliz también sirve como recordatorio de que, a pesar de que la inteligencia artificial parezca cada vez más natural, aún depende de contextos bien delimitados. Cuando una pregunta ambigua o un error de interpretación se cuelan, el resultado puede ser tan incierto como desternillante.
Si posees una cuenta de pago, puedes probarlo por simple curiosidad sin temor a quedarte sin uso, aunque lo más probable es que termines presionando el botón de “Detener generación” entre risas. Pero si operas con la versión gratuita, es mejor observar los ejemplos en las redes sociales antes que correr el riesgo de consumir tus minutos de chat diarios.















Agregar Comentario