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La administración de vacunas de ARNm contra la COVID-19 podría elevar las probabilidades de supervivencia en pacientes con ciertos tipos de cáncer que están recibiendo inmunoterapia, conforme a un estudio publicado en la revista Nature.
Los principales responsables de la investigación, Adam Grippin, médico científico en inmunoterapia oncológica en el Centro Oncológico MD Anderson de la Universidad de Texas, y Christiano Marconi, candidato a doctorado en inmunoterapia en la Universidad de Florida, indicaron en una nota para The Conversation que las vacunas de ARNm, que rescataron millones de vidas durante la pandemia, tendrían la capacidad de estimular al sistema inmunitario para combatir los tumores, incluso si el ARNm no fue diseñado con el propósito específico de atacar el cáncer.
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Con anterioridad a la pandemia, en 2016, Elías Sayour, quien también figura como coautor del estudio, y su equipo del Departamento de Neurocirugía, Centro Preston A. Wells, Jr. para la Terapia de Tumores Cerebrales, de la Universidad de Florida, ya habían demostrado que el ARNm tenía el potencial de “entrenar” al sistema inmunológico para arremeter contra los tumores, sin importar si la información genética que portaba correspondía a componentes cancerígenos. Basándose en esta observación previa, los investigadores formularon la hipótesis de que las vacunas de ARNm desarrolladas para el virus SARS-CoV-2 también generarían un efecto antitumoral.
El estudio, de carácter retrospectivo, analizó los datos clínicos de más de 1.000 pacientes con melanoma y cáncer de pulmón en etapas avanzadas, todos ellos bajo tratamiento de inmunoterapia con inhibidores de puntos de control inmunitario. Este tipo de terapia inmunológica tiene como meta obstruir las proteínas que las células tumorales emplean para eludir la acción protectora del sistema inmunológico.
“De manera sorprendente, los pacientes que recibieron la vacuna contra la COVID-19 con tecnología ARNm de Pfizer o Moderna dentro de los 100 días siguientes al inicio de su inmunoterapia tenían una probabilidad más del doble de estar vivos después de tres años, en comparación con aquellos que no se administraron ninguna de estas vacunas”, afirmaron Grippin y Marconi en The Conversation.
Este beneficio resultó particularmente notable en aquellos individuos que padecían tumores que usualmente responden de forma limitada a la inmunoterapia. En estos pacientes, la mejora observada en términos de supervivencia global a tres años alcanzó una magnitud casi cinco veces superior en relación con el grupo de pacientes no vacunados. Los autores especificaron que estos resultados se mantuvieron firmes incluso tras ajustar por la gravedad inicial de cada cuadro clínico y la presencia de otras enfermedades relevantes.
Para investigar los mecanismos subyacentes a esta mejoría, se utilizaron modelos animales. Los investigadores detallaron que las vacunas de ARNm emiten una “señal de alerta” que estimula una activación robusta del sistema inmunológico, facilitando la identificación y aniquilación de células cancerosas y superando los mecanismos que los tumores usan para evadir las defensas inmunitarias.
“Al combinarse, las vacunas y los inhibidores de puntos de control inmunitario se coordinan para liberar el poder completo del sistema inmunitario en la destrucción de las células cancerosas”, explicaron Grippin y Marconi.
La inmunoterapia basada en inhibidores de puntos de control ha transformado el manejo clínico del cáncer avanzado en la última década; sin embargo, tiene limitaciones en el tratamiento de los tumores denominados “fríos”, caracterizados por su habilidad para permanecer ocultos al sistema de defensa inmunológico.
Los hallazgos de este nuevo estudio sugieren con firmeza que las vacunas de ARNm podrían proveer el estímulo necesario para activar estos tumores. Los propios autores concluyeron que “las vacunas de ARNm tienen el potencial de proporcionar la chispa que el sistema inmunitario requiere para encender estos tumores ‘fríos'”.















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