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Las precipitaciones causan alteraciones en el entorno que impactan directamente el bienestar visual.
Santo Domingo.- Durante las temporadas de aguaceros fuertes, como las experimentadas por el país debido al paso de la ahora tormenta y antiguo huracán Melissa, se generan cambios ambientales que afectan notablemente la salud de los ojos.
La oftalmóloga Judith Portorreal indicó que el confinamiento prolongado en interiores reduce la circulación de aire y aumenta la humedad, creando un caldo de cultivo para la multiplicación de microorganismos causantes de reacciones alérgicas, irritaciones e infecciones oculares.
“Tras los aguaceros, es común observar un repunte de padecimientos virales y bacterianos, como la conjuntivitis. Por ello, es crucial mantener una adecuada higiene de manos y abstenerse de frotarse los ojos. Si se presentan secreciones o molestias que persisten, debe consultarse al especialista en oftalmología”, resaltó la experta.
La especialista en ojo seco añadió que también pueden aparecer orzuelos y blefaritis, a causa de una mayor exposición a dispositivos electrónicos y el taponamiento de las glándulas de meibomio situadas en los párpados, proceso que se ve favorecido por la saturación de humedad ambiental.
De igual forma, explicó que el aumento de la humedad dentro de los hogares propicia el crecimiento de moho, partículas de polvo y ácaros en cortinas, tapetes y ropa de cama, lo que agrava los cuadros de alergia ocular, manifestándose con picor, lagrimeo, sensación de cuerpo extraño y, contrariamente, síntomas de sequedad visual.
“En esta época, si bien el ambiente es más húmedo, el uso continuado de pantallas como móviles, ordenadores y tabletas disminuye la frecuencia del parpadeo, y la menor ventilación deteriora la estabilidad de la película lagrimal, ocasionando irritación y malestar en los ojos”, precisó Portorreal.
La profesional recomendó no automedicarse con colirios que contengan antibióticos o antiinflamatorios sin indicación médica y adoptar medidas preventivas como lavarse las manos con asiduidad, airear las estancias, reemplazar con frecuencia las fundas de almohada y sábanas, y evitar el acto de restregarse los ojos, incluso si hay comezón.
Asimismo, alertó sobre el peligro de exponerse directamente al agua de lluvia: “el agua que desciende de techos o superficies puede estar contaminada y provocar infecciones si entra en contacto con los globos oculares, particularmente en infantes y jóvenes que suelen divertirse bajo el aguacero”.Este reportaje fue publicado originalmente en El Día














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