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¿Con qué autoridad bombardea el ejecutivo estadounidense pequeñas naves en alta mar? Esto evidencia su enorme doble discurso y su actitud de señores del continente.
Dichas fechorías resaltan que todavía nos perciben como su “patio trasero”, un lugar donde tienen libertad para obrar a su antojo.
Argumentan que son botes con estupefacientes, pero ¿Por qué no impiden el ingreso de narcóticos en sus propias fronteras o hogares?
¿Por qué no actúan con tal vehemencia contra los narcotraficantes que operan en su territorio? ¿Por qué no instruyen a su gente para que no sean los mayores consumidores de sustancias a nivel global?
El poder ejecutivo de EE. UU. destruye lanchas en el Caribe, alegando narcotráfico, al tiempo que consiente que farmacéuticas creen adictos con fármacos que causan dependencia a los opioides.
A unos los ametralla y a otros les extiende la bienvenida. Tal es su doble rasero.
Incluso si fuera verdad que son embarcaciones de droga, ¿Qué potestad tienen para quitarles la vida a esas personas? Mientras a los verdaderos líderes del narcotráfico los trasladan a su nación, extraen datos para coaccionar a gobiernos, y luego los integran a un esquema de amparo para que vivan plácidamente, a esos presuntos traficantes, los aniquilan con drones, sin proceso judicial, sin pruebas.
¿No sería más conveniente detenerlos, examinarlos, juzgarlos y sentenciarlos? Conforme a la Carta de los
Derechos Humanos, toda persona es inocente hasta que se compruebe lo opuesto. Por ende, esas defunciones son ejecuciones de inocentes… Pero claro, olvido que Estados Unidos no suscribe dicha carta, y que si bien está facultado para intervenir naciones en nombre de los Derechos Humanos, no está compelido a acatarlos.















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