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En pleno barrio Capotillo, un núcleo familiar atraviesa instantes de gran zozobra y esperanza. Una infante de tan solo 9 años fue herida por un proyectil en medio de una reyerta vecinal, y desde ese instante, su existencia y la de sus allegados ha tomado un rumbo desolador.
La menor, quien se dirigía a disfrutar de una de sus pasiones, experimentó un dolor súbito que comparó con “un tajo de machete”. Su progenitora, Nairobi Martínez, rememora con la voz rota el instante en que su hija le expresó no sentir sus extremidades inferiores.
“Sintió como si le hubieran asestado un machetazo, así me lo comentó. No sentía las piernas… la están alojada en la columna vertebral”, compartió entre lágrimas.
A partir de entonces, la niña se encuentra ingresada, mientras sus parientes se aferran a la posibilidad de que recupere la movilidad. Su abuelo, Juan Martínez, manifestó que si bien el progenitor del presunto agresor se ha presentado ante las autoridades, todavía mantiene a su descendiente oculto.
“Lo tiene resguardado, no lo quiere entregar”, aseveró con frustración.
La abuela, con la voz entrecortada, solo implora clemencia:
“No me queda más remedio que rogarle a Dios que actúe… esos pequeños huesos de ella no tenían la fortaleza para soportar ese disparo”.
El vecindario de Capotillo ha mostrado un gran respaldo a los deudos, mientras los entes policiales siguen tras la pista del culpable. En medio del sufrimiento, esta familia reclama equidad, pero más que nada, anhelan un portento.














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