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El descubrimiento más significativo surgió al examinar las resonancias magnéticas cerebrales.Un reciente estudio del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) aporta una justificación científica a la dificultad para enfocarse tras una noche de insomnio: si el cerebro carece del descanso adecuado, activa durante la vigilia el mismo mecanismo de “purgado” que ejecuta habitualmente mientras dormimos, causando breves fallos de atención y menor rendimiento mental.La investigación, encabezada por la neurocientífica Laura Lewis y difundida por New Scientist, expone que la falta de sueño provoca oleadas de líquido cefalorraquídeo (LCR) –el encargado de eliminar residuos metabólicos del cerebro– incluso cuando la persona permanece despierta. Este suceso trastorna temporalmente las conexiones neuronales responsables de mantener la concentración.El equipo del MIT convocó a 26 participantes de entre 19 y 40 años, quienes asistieron a dos citas separadas por dos semanas. En una ocasión durmieron a sus anchas y en la otra permanecieron despiertos toda la noche bajo vigilancia.Te puede interesar leer: ¿Seré capaz de volver a amar y que me amen?A la mañana siguiente, los expertos evaluaron su actividad cerebral con resonancia magnética mientras realizaban ejercicios de enfoque, como pulsar un interruptor al oír un sonido o detectar un cambio visual. Los resultados fueron contundentes: después de la noche sin dormir, los errores aumentaron y los sujetos mostraron una clara disminución en su capacidad de enfoque.El hallazgo más significativo surgió al analizar las imágenes cerebrales. Los científicos notaron que cada vez que los voluntarios extraviaban la atención por un instante, se producía una expulsión de LCR desde la base del cerebro unos instantes antes. Alrededor de un segundo tras la recuperación de la atención, el líquido volvía a entrar.Este patrón sugiere que el cerebro intenta “ponerse al día” con su lavado nocturno, aunque la persona esté consciente. No obstante, este intento por compensar la ausencia de reposo obstaculiza la aptitud para sostener la concentración.Lewis ilustró el fenómeno con una analogía sencilla: “Imagina el cerebro como una lavadora; necesita que entre el agua, se agite y luego drene. Si no dormimos, esas fases de agitación ocurren durante el día, justo cuando intentamos concentrarnos”.Si bien este es un estudio con un grupo reducido, los resultados otorgan una visión renovada de cómo la escasez de sueño impacta la función cerebral. Los investigadores proponen que entender los circuitos involucrados en este proceso podría facilitar el desarrollo de estrategias para aminorar los efectos de no dormir, sobre todo en ocupaciones donde es crucial mantener la atención constante.Lewis enfatizó que se requieren más investigaciones para dilucidar por qué el mecanismo de limpieza perturba la atención, pero el descubrimiento confirma algo que muchos perciben a diario: cuando el cerebro no descansa, busca hacerlo de alguna forma, incluso a expensas de la concentración.















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