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Tras el operativo de la semana previa, Castro obtuvo respaldo de la familia Bolsonaro.
La Operación Contención contra el Comando Vermelho, que se transformó en el suceso policial más mortífero de la historia de Brasil con 121 fallecidos, lleva la autoría del mandatario de Río de Janeiro, Cláudio Castro.
Un mínimo de 121 individuos perecieron (incluyendo cuatro miembros policiales) y 113 fueron aprehendidos, según datos oficiales de la Policía Civil y Militar de Río de Janeiro. Dicha actuación tuvo lugar el 28 de octubre contra la banda delictiva Comando Vermelho en los complejos Alemão y Penha, en la metrópoli carioca.
“Nuestra operación fue ejecutada y resultó exitosa”, afirmó Castro el miércoles 29 de octubre, mientras los habitantes de las dos favelas afectadas seguían retirando cadáveres y colocándolos uno a uno en el suelo.
Oriundo de las filas del conservador Partido Social Cristiano, el gobernador de Río de Janeiro se unió al Partido Liberal, del exmandatario Jair Bolsonaro, tras los comicios de 2018.
Para algunos, es un letrado sin gran atractivo que llegó a la política de primera línea “por azar”. Para otros, un político que busca ganar influencia entre los electores más afines al conservadurismo con vistas a una candidatura al senado el próximo año.
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Daniel Hirata, quien coordina el Grupo de Estudos dos Novos Ilegalismos en la Universidad Federal Fluminense, describe a Castro como un gobernante de “extrema derecha” que favorece tácticas de represión para enfrentar al crimen organizado.
“La administración [de Castro] se caracteriza por masacres significativas. Dos terceras partes de los principales episodios de matanza en Río de Janeiro ocurrieron bajo su mandato. Y ahora, la más grande en la historia de Brasil”, comenta a BBC Mundo Hirata, quien en 2022 calificó a la policía de Río de Janeiro como una “fábrica de muerte”.
Te explicamos quién es Cláudio Castro y qué persigue con esta intervención policial, la más letal en la historia reciente de Río de Janeiro, criticada por agrupaciones de derechos humanos pero respaldada por el 57% de los ciudadanos de esa urbe, según Datafolha.
Bajo los brazos abiertos del emblemático Cristo Redentor, situado en la cima del cerro del Corcovado en Río de Janeiro, Cláudio Castro entonaba a inicios de este año “sé que tú cuidas de mí”, mirando al cielo.
Nacido en la provincia de São Paulo y criado en Río de Janeiro, este jurisconsulto de 46 años está afiliado al movimiento de Renovación Carismática de la Iglesia católica, una corriente del catolicismo con varios puntos de convergencia con las iglesias evangélicas.
En su periodo como mandatario, Castro se distingue por conjugar una firme estrategia de seguridad contra el crimen organizado y la difusión de mensajes religiosos mediante la música.
“Esta época requiere comprender la importancia de obrar el bien, respetar al semejante y seguir los pasos de Jesús”, escribió Castro en Instagram después de participar en un evento evangélico organizado por la Iglesia Universal del Reino de Dios.
La fe de Castro halla espacio en el país con mayor cantidad de católicos a nivel mundial y cerca de 47 millones de creyentes evangélicos, según datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística.
Desde esa trayectoria, Castro accedió al Palacio de Guanabara, sede del gobierno de Río de Janeiro, impulsado por su predecesor en el cargo, el gobernador Wilson Witzel, un político de derecha enfocado en políticas más severas contra la delincuencia organizada.
Conforme al Mapa de Grupos Armados de la Universidad Federal Fluminense, el Comando Vermelho fue la única entidad criminal que extendió su dominio territorial en el estado en los años recientes.
Luego de ser concejal en Río de Janeiro, Castro logró posicionarse en la esfera política fluminense en 2018, al ser elegido vicegobernador en la fórmula encabezada por el conservador Wilson Witzel.
Castro asumió la gubernatura en calidad de “accidental”, después de que Witzel fuera destituido de su posición en agosto de 2020, señalado por el supuesto cobro de sobornos millonarios a cambio de la adjudicación de contratos públicos.
Esas imputaciones de corrupción, que también afectaron a Castro, propiciaron que el vicegobernador reemplazara a Witzel, primero de forma temporal en 2020 y luego en 2022 al ser reelegido con el 58% de los votos.
Quienes le conocen describen a Castro como un “gestor tras bambalinas”, una figura “poco expresiva” y carente del carisma de los políticos tradicionales, que busca consolidarse entre la base votante católica y los líderes evangélicos.
Cláudio Castro llegó al poder como postulante a concejal por el conservador Partido Social Cristiano, pero en 2021 migró al Partido Liberal del exgobernante de Brasil Jair Bolsonaro.
Al igual que Bolsonaro, quien fue condenado en septiembre pasado a 27 años de prisión por intento de golpe de Estado, Castro pertenece al círculo de políticos más estrictos contra el crimen organizado.
“O endurecemos las regulaciones como se ha hecho en otros lugares del orbe o enfrentaremos esta mezcla de México con Colombia, en la que se está convirtiendo Brasil en materia de seguridad pública”, declaraba Castro en 2023 ante la prensa local.
Castro llegó incluso a enviar al Congreso un conjunto de propuestas para agravar las sentencias contra las agrupaciones criminales, incluyendo penas más severas para quienes portaran armas de guerra.
“Los transgresores no tendrán una vida sencilla en Río. Continuaremos la pugna para sacarlos de circulación, detenerlos, enviar a sus cabecillas a las cárceles federales, para que no dirijan las fechorías desde reclusión”, manifestaba en aquel momento el mandatario ante los medios.
No obstante, tras alinearse con la familia Bolsonaro, Castro tomó distancia estratégica del expresidente para captar en 2022 algunos sufragios desilusionados con el Partido de los Trabajadores (PT).
Para Hirata, Castro es un gobernante que no diseña políticas de seguridad, sino que ejecuta operativos policiales de gran resonancia mediática que frecuentemente culminan en una elevada cantidad de víctimas mortales.
Luego del suceso de la semana pasada, Castro recibió el apoyo de la familia Bolsonaro.
“Es un imperativo ético respaldar al gobernador Castro. Esto no es política. Si careces del valor para apoyar abiertamente la ofensiva contra el crimen por temor a ser etiquetado de extremo, entonces eres peor que un cobarde”, escribió en X Eduardo Bolsonaro, hijo del exmandatario brasileño.
Pese a las acerbas críticas recibidas por Castro por parte de la oposición y de las entidades de derechos humanos en Brasil, la máxima figura política de Río de Janeiro no quedó aislada.
Tras los sucesos, Castro recibió a seis gobernadores conservadores de Brasil, entre ellos los representantes de las regiones más pobladas y adineradas del país como São Paulo y Minas Gerais.
De consuno anunciaron la creación del denominado Consorcio de la Paz, un mecanismo para unificar sus estrategias de combate al crimen organizado y eludir la política de seguridad del gobierno del presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, a la que consideran deficiente.
“Llegamos a Río de Janeiro para felicitar a sus autoridades por esa acción, realizada sin el respaldo del gobierno. Un gobierno [el de Lula da Silva] que se empeña en no luchar contra la delincuencia y en no calificar como terroristas a grupos criminales que dominan territorios”, expuso el mandatario de Minas Gerais, Romeu Zema.
Por su parte, Castro resaltó que la iniciativa surge en un momento de intensa presión sobre su administración tras el operativo que concluyó con más de cien decesos y numerosos arrestos.
“No tenemos la capacidad de triunfar solos en esta contienda. Una lucha contra un poder alternativo que cada día se muestra más robusto, con una capacidad bélica y económica en constante aumento”, mencionó Castro ante la prensa al día siguiente de la intervención.
Para los expertos, este tipo de intervenciones usualmente “rinde frutos” en el plano político y “suma adeptos”, especialmente cuando la faceta carismática no es un punto fuerte.
“Se trata de una táctica muy establecida, tradicional y efectiva, puesto que una porción considerable de la población aprueba y avala este proceder”, argumenta el coordinador del grupo de estudios de la Universidad Federal Fluminense.
Según el sondeo realizado por AtlasIntel el viernes pasado, el 87% de los moradores de las favelas de la ciudad de Río de Janeiro aprueba el operativo dispuesto por Castro.
En este sentido, la conducta del gobernador contra el Comando Vermelho puede interpretarse como una plataforma de Castro a un año de las elecciones generales de octubre de 2026, donde buscará postularse como senador.
Más allá de las contiendas electorales, el apoyo social a la Operación Contención subraya la urgencia del debate sobre cómo debe responder la estructura estatal ante el miedo y el sufrimiento de quienes conviven diariamente con las consecuencias más nefastas de la violencia.














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