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Cádiz (1973). Redactor y editor especialista en temática tecnológica. Escribiendo profesionalmente desde 2017 para publicaciones y blogs en castellano.
Todas las televisiones actuales entran automáticamente en modo de espera al apagarse con el mando. El LED piloto rojo encendido parece una mera luz de cortesía, pero oculta un gasto energético constante que, sumado al de otros equipos, puede impactar la factura eléctrica.
Cuando un televisor se halla en modo reposo, permanece parcialmente activo. Conserva la fuente de energía conectada, el receptor infrarrojo listo para captar la señal del control, e incluso, en las versiones más recientes, actualiza su *software* o coteja información con otros aparatos. Dicho de otro modo, no está totalmente desconectado.
Según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), el gasto en *standby* de un televisor moderno oscila frecuentemente entre 0,3 y 2 vatios por hora, si bien ciertos modelos antiguos pueden llegar a los 5 vatios. Podría parecer poco, pero a lo largo de doce meses esto se traduce en más de 15 kWh, lo que significa varios euros de desembolso extra solo por no retirar el enchufe.
El televisor no está solo en esto. Consolas, *routers*, sintonizadores, sistemas de sonido o altavoces inteligentes también permanecen en letargo cuando no se les utiliza. Todos ellos conforman lo que se conoce como “consumo fantasma”, la electricidad que absorben los artefactos enchufados aun sin estar operativos. Se estima que este tipo de consumo puede suponer entre el 7% y el 10% de la electricidad anual total de una vivienda promedio.
Cada vez disponemos de más televisiones inteligentes, asistentes de voz y tomas de corriente controladas por WiFi, así que la repercusión es mayor de lo que imaginamos. El acto de apagar no siempre implica cortar el suministro eléctrico, y en muchas ocasiones solo se aminora el consumo sin eliminarlo por completo.
Para una mejor comprensión, usemos un ejemplo concreto. Imaginemos un televisor reciente con un consumo de 2 vatios en reposo que se mantiene conectado a la red durante todo el año.
El coste promedio del kWh en España se sitúa actualmente alrededor de 0,15 €, de acuerdo con los datos de la tarifa PVPC. En ese supuesto, el cálculo sería el siguiente:
En otras palabras, un televisor “apagado” puede suponer un coste superior a 2,5 euros anualmente solo por estar conectado. Si contamos con varios artefactos similares, el gasto fantasma puede sobrepasar fácilmente los 50 € anuales.
En el siguiente cuadro se detalla el coste de mantener un televisor en modo espera, basándose en su consumo y el precio promedio del kWh en España:
No es indispensable desconectar el televisor cada noche. Existen alternativas sencillas para minimizar el gasto. Una de ellas es emplear enchufes inteligentes o aquellos con interruptor físico, permitiendo cortar la corriente totalmente cuando la unidad no está en uso.
Otra medida útil es desactivar las funciones de actualización automática o el encendido rápido, funciones que mantienen el sistema mínimamente activo incluso cuando parece inactivo. Con tales ajustes menores, el gasto en reposo puede reducirse hasta en un 80%.
Las pantallas con tecnología OLED o QLED son más eficientes en su funcionamiento, pero también tienen mayor propensión a ejecutar tareas internas de mantenimiento mientras están “desconectadas”. Por ejemplo, algunas limpian sus píxeles o ajustan el panel durante la noche. En estos escenarios, es aconsejable permitir que el proceso concluya antes de cortarle la alimentación por completo, ya que interrumpirlo podría mermar su rendimiento a largo plazo.
Aunque el gasto de la televisión en estado de espera pueda parecer nimio, la acumulación de todos los aparatos electrónicos del hogar puede equipararse al consumo de un refrigerador de baja eficiencia funcionando continuamente durante un año. Desenchufar lo que no se emplea, revisar las configuraciones y hacer uso de enchufes inteligentes facilita la economía doméstica y disminuye el impacto ambiental de nuestras casas.















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