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Estados Unidos. El pasado 4 de noviembre, los tripulantes del vuelo 512 de United Airlines experimentaron instantes de gran nerviosismo tras confirmarse la posible existencia de una amenaza de artefacto explosivo. El piloto optó por un aterrizaje forzoso en la terminal aérea Ronald Reagan, próxima a la capital, según dio a conocer El Tiempo.
La nave, que cubría la ruta desde Houston hacia su destino, puso en marcha de inmediato un extenso dispositivo de seguridad. La Administración Federal de Aviación Civil (FAA) decretó una “paralización en tierra”, suspendiendo los despegues y los aterrizajes en el aeropuerto mientras se analizaba el incidente.
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Informantes del sector aéreo señalaron que la advertencia, todavía sin verificar, apuntaba directamente a dicha aeronave, forzando a la FAA a actuar con sumo cuidado. La agencia comunicó en sus plataformas digitales: “La FAA tiene conocimiento de una potencial situación de riesgo en una aeronave en el aeropuerto Reagan. Los viajeros ya han descendido y el aparato se encuentra apartado de la zona de terminal mientras se realiza la pesquisa”.
Esta suspensión afectó la totalidad del tráfico aéreo de la metrópoli. Las autoridades desviaron otras aeronaves y las mantuvieron en espera hasta que la actividad pudo reanudarse con normalidad.
Fotografías compartidas en redes sociales mostraron a numerosos usuarios bajando del avión y caminando por la pista, previo a subir a minibuses que los llevaron al edificio terminal principal. Diversas patrullas, entre ellas la Policía de la Autoridad de Aeropuertos Metropolitanos de Washington (MWAA), acordonaron la aeronave mientras inspeccionaban.
La terminal aérea utilizó sus canales de comunicación para mantener al día a los pasajeros. En un mensaje oficial, se confirmó: “Se mantienen todas las actividades aéreas en Reagan National (DCA) mientras los viajeros de un vuelo de United Airlines son desembarcados y transportados por carretera a la base”.
Si bien el suceso no se extendió mucho, provocó aplazamientos considerables. Datos de seguimiento aéreo indican que más de 160 trayectos sufrieron repercusiones, con demoras promedio por encima de una hora en las llegadas. La terminal, caracterizada por su rigurosa gestión del espacio aéreo, experimentó una interrupción total de sus servicios.
