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Los Ángeles.- Lo más destacable de la sexta entrega oficial de Depredador es un espíritu de apertura a nuevos horizontes y potenciales desarrollos. Este nuevo capítulo es una narrativa autosuficiente ambientada en entornos totalmente ajenos a la experiencia humana (un orbe nombrado Genna) y en un futuro cuya precisión descubriremos en subsecuentes producciones. La secuela ya está asegurada por la imagen sugerente justo antes de los créditos, insinuando, a partir de lo presentado en este flamante film, muchísimas más posibilidades de las que se habían conjeturado.
Depredador: Tierras Salvajes constituye una vuelta de tuerca ingeniosa, atractiva y notablemente entretenida en torno a la esencia de los protagonistas de este universo, los “yautjas”, esos cazadores intergalácticos que peregrinan buscando presas desafiantes, se comunican en un idioma críptico y adhieren a un estricto código de honor. La variación reside en la figura central que parece ser el miembro más débil de la especie, llamado Dek, pilar de un intrincado (y muy teatral) conflicto familiar que desemboca en una travesía de sumo riesgo, su única vía para redimirse y adquirir los rasgos heroicos que aparentemente le faltan.
Dek (interpretado por el actor neozelandés Dimitrius Schuster-Koloamatangi, oculto tras un extenso maquillaje, tanto físico como digital) se enfrenta principalmente a ser él mismo cazado si no demuestra su valía. Su rescate depende de la captura de una criatura que parece invencible, denominada Kalisk. En esta odisea sin rastro de humanos, su única aliada es Thia (Elle Fanning), una de esas entidades artificiales del entorno de Alien (cuya conexión con esta saga es bien conocida), a la que identificamos como “sintética”: estructura mecánica, semblante humano y un atisbo de emoción en su intelecto, forjado con programación avanzada. Más adelante, al grupo se incorpora un personaje crucial: un simio singular que aporta momentos de alivio cómico.
El punto fuerte del argumento es la expedición que realiza el conjunto a través de una naturaleza repleta de amenazas y artefactos mortíferos: gruesos lianas capaces de atrapar y asfixiar a sus víctimas, vegetación que irrumpe explosivamente cual artefactos al ser activada, plantas carnívoras que lanzan proyectiles paralizantes y follaje de arbustos que resultan ser cuchillas afiladas, sin omitir ciertas criaturas horrendas que emergen sin previo aviso en el camino.















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