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“Aquello que has escuchado de mi boca en presencia de muchos testigos, confíalo a varones probados, capaces asimismo de instruir a otros”, 2 Timoteo 2:2.
El apóstol Pablo exhorta a su compañero Timoteo a impartir enseñanza. Dicha labor no es solo una habilidad, sino también una obligación pastoral para el servidor del Señor.
Comprometidos y cualificados para instruir. ¿Qué clase de instrucción? Las palabras saludables de Jesús. Doctrina correcta acorde a la devoción. El potentísimo mensaje de la salvación.
Debemos estar preparados para enseñar. Así lo impulsa Pablo. No deben ser cuentos vanos, ni leyendas, tampoco enseñanzas engañosas; sino el evangelio de la redención.















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