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Frankenstein: ocho contrastes entre la novela y la cinta de Guillermo del Toro

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Esto conlleva alterar las circunstancias de algunas muertes presentes en el texto original.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

La versión de Frankenstein de Guillermo del Toro acaba de llegar a Netflix. El cineasta ha expresado en varias ocasiones que llevar al cine esta célebre novela de Mary Shelley era una aspiración de su niñez, pero esto no le ha impedido tomar ciertas libertades creativas e incorporar algunas modificaciones en su propuesta, la cual todavía se puede disfrutar en salas.

Un filme protagonizado por Oscar Isaac como el doctor Victor Frankenstein, Jacob Elordi como el ser y Mia Goth encarnando a Elizabeth Lavenza. Christoph Waltz, Charles Dance, Felix Kammerer, David Bradley, Lars Mikkelsen y Christian Convery son algunos de los nombres que complementan el elenco de esta revisión del clásico, a veces fiel y otras heterodoxa.

En su largometraje, el realizador de *El espinazo del Diablo*, *Hellboy* o *La cumbre escarlata* urde una trama donde busca generar empatía en el espectador hacia el monstruo de Frankenstein, logrando que sus actos violentos sean solo en legítima defensa. Esto conlleva alterar las circunstancias de algunas muertes presentes en el texto original. Sin embargo, la mayor divergencia se halla en el desenlace de la película, con un diseño que transforma por completo el vínculo entre la criatura y su artífice.

En la obra de Shelley, Victor y Elizabeth son allegados desde pequeños y llegan a comprometerse siendo adultos, mientras que en esta nueva adaptación, el personaje de Mia Goth contraerá nupcias con William, el hermano menor de Victor. En la cinta, el romance entre Elizabeth y Victor carece de la dulzura original y Del Toro añade, además, un matiz bastante sombrío, haciendo que la actriz represente tanto el interés romántico como a la madre fallecida del personaje de Oscar Isaac, quien padece un complejo de Edipo acentuado.

En la película, los decesos de Elizabeth y William son accidentales, mientras que en la novela, el ser ficticio acaba con ambos a propósito. En el libro, la criatura estrangula a William para infligir dolor a su creador y luego incrimina a Justine, una sirvienta que no aparece en el metraje. En la adaptación, la muerte de William resulta enteramente fortuita, una consecuencia no deseada del altercado entre el monstruo y su artífice.

Respecto a la muerte de Elisabeth, en la creación de Mary Shelley, el ser la ejecuta en su velada nupcial, también por asfixia, como represalia contra su progenitor. Por el contrario, en la producción de Netflix, es Victor quien mata a Elizabeth de un disparo que iba dirigido al monstruo al interponerse ella entre la criatura y la munición. Modificaciones sustanciales en decesos cruciales con los que Del Toro construye una imagen bastante más compasiva del monstruo, que solo agrede en defensa propia.

El tío de Elizabeth, interpretado por Christoph Waltz, es un personaje ausente en la novela. Se trata de un magnate que financia las investigaciones de Victor por un motivo oculto que no desvela hasta más avanzado el relato: sufre una enfermedad grave y, antes de expirar, anhela un nuevo cuerpo para su intelecto. En la narración, Víctor opera de forma independiente en la gestación del ente.

La capacidad del monstruo para regenerarse es, sin duda, el giro más audaz que propone Del Toro respecto al material base. De forma análoga a personajes de Marvel como Lobezno o Deadpool, el ser de Guillermo del Toro puede restaurarse al ser lesionado, y esto es primordial sobre todo al final, ya que las postrimerías del tomo sugieren que la criatura contempla poner fin a su existencia.

Este don, concebido para el filme y sin rastro en el escrito, otorga al personaje de Elordi casi la imperecederidad y, además de ser vital en sus diversos enfrentamientos, le aporta otra dimensión trágica, sumergiéndolo en la desesperación cuando intenta quitarse la vida… y fracasa.

Cuando el personaje de Elordi solicita a su hacedor en el filme que fabrique un par para paliar su soledad, Victor se mofa de él y ni siquiera considera hacerlo. No obstante, en el libro, Frankenstein acepta su ruego y empieza a laborar en la creación de una pareja para su criatura… La prometida de Frankenstein. Que el monstruo sea eterno resulta clave en este punto pues, mientras que en la película busca una compañera para compartir su vida sin término, el anhelo de tener a alguien a su lado surge en la novela a raíz del repudio social que padece al integrarse al mundo.

Este individuo, presente tanto en la obra escrita como en la película de Guillermo del Toro, es el responsable de que el monstruo logre desarrollar su intelecto. Con todo, en esta nueva adaptación, el anciano ciego perece a manos de una jauría de lobos, algo que no sucede en la historia de Shelley, donde el personaje permanece vivo.

La alteración más profunda que Guillermo del Toro introduce en el relato ocurre en el clímax pues, en su visión, Víctor y el monstruo terminan en paz. Tras una prolongada persecución que los lleva al Ártico, donde tienen un encuentro muy intenso, la criatura perdona a su creador, quien yace gravemente herido en el camarote de un navío varado en el hielo. Una reconciliación en la cual el personaje de Isaac llega a llamarle “hijo” justo antes de expirar.

En contraste, en el texto original, el monstruo arriba al navío cuando Victor ya ha fallecido. Allí, comunica al capitán del buque su plan de quitarse la vida, arrepentido por haber causado tantas muertes.

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