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La Secretaría de Estado norteamericana remitió una instrucción renovada a su personal diplomático en consulados y embajadas, ampliando el catálogo de diagnósticos médicos que podrían descalificar a un forastero que persigue establecerse en el país.
Aunque Washington ha exigido chequeos médicos a los aspirantes a visas de inmigrante durante décadas, la nueva directriz especifica que “debe valorarse el estado de salud del postulante”, conforme a la disposición citada por KFF, un medio especializado en temas sanitarios.
La instrucción exhorta a los oficiales encargados de emitir visados a evaluar condiciones como el sobrepeso, el cual, según se indica, puede derivar en asma, apneas del sueño e hipertensión, o la diabetes, entre otras patologías, para rechazar la petición.
“Todas estas condiciones tienen el potencial de demandar tratamientos médicos extensos y onerosos”, subraya la normativa.
Adicionalmente, se señala a los funcionarios la obligación de verificar si los aspirantes disponen de los medios para sufragar su atención facultativa sin recibir auxilios del erario estadounidense.
Desde su inicio de mandato, Trump y sus colaboradores han mantenido la postura de negar la residencia permanente a individuos que potencialmente lleguen a ser una carga fiscal.
El Gabinete del expresidente Joe Biden (2021-2025) había revertido varias de las disposiciones introducidas por el primer mandato del republicano respecto a la carga pública, las cuales el Ejecutivo actual retoma ahora como parte de su estrategia migratoria.
El nuevo mandato también pretende que se considere no apta para entrar a Estados Unidos a una persona que, debido a su edad, muestre mayor propensión a requerir subsidios estatales.
La guía igualmente recomienda que se tome en cuenta el bienestar de los parientes cercanos, abarcando a los cónyuges e incluso a los padres de avanzada edad de los solicitantes.
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