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Rafael Francisco Rosario Taveras (Fafa) es un militante de siete décadas que jamás ha abandonado la causa en la que cree.
Desde sus inicios al lado del Padre Cruz y más tarde de Minerva Mirabal en la provincia de Salcedo, su tierra natal, su senda ha sido constante e inquebrantable. Fue de los primeros en unirse al Movimiento Revolucionario 14 de Junio (1J4), fundado el 10 de enero de 1960 en Mao, bajo el liderazgo del Dr. Manuel Aurelio Tavares Justo, para dar continuidad a la gesta de los expedicionarios de junio de 1959. Transitó por el complot Desvelado y la temible cárcel de La 40.
Combatió contra Trujillo y sus secuaces, y contra los autores del golpe que derrocó al gobierno constitucional del profesor Juan Bosch, hasta convertirse en uno de los cuadros principales de esa organización tras el fusilamiento de Manolo en Diciembre de 1963, en el paraje Las Manaclas, San José de las Matas.
Junto a Juan Miguel Román, Fidelio Despradel y Roberto Duverge, fue un líder catorcista destacado en la heroica gesta de abril, defendiendo el honor y la soberanía nacional ultrajada por las tropas invasoras yanquis.
Lo conocí cuando un grupo significativo del Movimiento 14 Junio (1J4) se incorporó al Movimiento Popular Dominicano (MPD) en enero de 1967, organización a la que yo ya pertenecía desde que concluyó la pugna por el regreso al poder del profesor Bosch.
A ese grupo se sumaron también Amín Abel, Guido Gil, Moise Blanco Genao, Magaly Pineda, Julio de Peña Valdés y casi toda la directiva sindical del 1J4, entre muchos otros.
Desde su adhesión formal a las filas del MPD en 1967 hasta su detención el 8 de junio de 1970 en Santiago, Fafa estuvo inmerso en las tareas planificadas, tanto en el cónclave de dirigentes Guido Gil como en el Hilda Gatreaux. Durante este periodo, nuestro contacto fue intermitente.
Fue a principios de noviembre de 1973, tras mi arresto en octubre de ese año en San Francisco de Macorís, y mi traslado a la Penitenciaría Nacional de La Victoria, donde Fafa ya llevaba tres años preso, que nos reencontramos.
Compartimos espacio en un antiguo hospital, pabellones convertidos en celdas para albergar a los aprehendidos por motivos políticos. En un área reducida, de unos 25 metros de largo por 10 de ancho, a la que los presos –casi todos figuras prominentes del MPD– llamamos MACONDO.
En MACONDO permanecí con Fafa los últimos dos años de su reclusión. Fue tiempo suficiente para percibir la esencia de cada persona, apiñados casi unos sobre otros, donde las virtudes y los defectos salían a la superficie. Como diría el afamado Miguel de Cervantes Saavedra en la introducción al Quijote: “Donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido hace su habitación”.
Durante esos 730 días, jamás lo vi alterar su ánimo, mostrar mal humor, ni proferir palabra alguna en desmedro de un compañero del partido o de algún otro recluso de diferente corriente política que compartía nuestra misma situación: un encierro injusto y arbitrario bajo el funesto régimen de los 12 años del Dr. Joaquín Balaguer.
Fafa es un individuo brillante, con luz propia, ecuánime y tranquilo; una especie de oráculo al que muchos acudíamos en busca de consejo y admiración. Fue para nosotros un modelo de entereza y fraternidad durante ese periodo de cautiverio forzoso.
Y ahora, al aproximarse el ocaso de su vida, el próximo día 25 del mes en curso —fecha designada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer mediante la resolución 48/104, impulsada por la dominicana Magaly Pineda y aprobada el 20 de diciembre de 1993—, Rafael Francisco Rosario Taveras (Fafa) presentará en la sala Flerida de Nolasco de la Biblioteca Nacional, un compendio de sus siete décadas de activismo ininterrumpido. La obra lleva prólogo y presentación de Rafael Chaljub Mejía, su entrañable camarada y amigo de toda la vida.
Esta efeméride posee un profundo significado para todas las féminas del orbe, pues se logró que ese organismo se pronunciara contra ese flagelo que arrebata la vida a miles de mujeres cada año en los cinco continentes, y donde en algunas naciones aún carecen de derechos tan básicos como el de la equidad.
Para Fafa, esa fecha reviste un sentido especial, no solo porque Magaly fue su acompañante perenne y parte del equipo que consiguió dicha resolución, sino también porque coincide con un nuevo aniversario del atroz y cobarde asesinato de quien fuese su guía e inspiración inicial en la lucha contra la tiranía Trujillista: Minerva Mirabal, junto a sus hermanas Patria y María Teresa, y Rufino de la Cruz, aquel aciago 25 de noviembre de 1960.
Esta circunstancia es motivo más que suficiente para que sus viejos y nuevos correligionarios nos comprometamos a acompañar a Fafa en este hito trascendental de su trayectoria: la crónica de siete décadas de compromiso constante por un país mejor para todos, sin desigualdades ni exclusiones.
Deseo hacer una convocatoria especial a aquellos que compartimos reclusión con Fafa en Macondo y que aún vivimos, para que lo apoyemos este 25 de noviembre en la presentación de este capítulo de su existencia.
Esta convocatoria también se extiende a los cientos de camaradas y compañeros que sufrieron los presidios del régimen balaguerista de los doce años.















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