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“Me preocupa perder la cordura”, afirma la esposa ante una situación de 16 años donde han agotado los recursos legales sin éxito, buscando solo desesperarlos para que desalojen su hogar.
Santo Domingo, RD. -“Deseo evitar un desastre… El acoso es tal que temo perder el juicio”, expresó Alexandra Landron, residente en el Paseo Valle Dollyd, en la Urbanización Puerta de Hierro del Distrito Nacional, al denunciar el deterioro de su salud por los ataques constantes que alega sufrir de sus vecinos.
Luego de una visita al periódico El Día, los cónyuges Juan Veras y Alexandra Landrón relataron que por más de 16 años han soportado una atmósfera de intranquilidad, intimidaciones, agresiones verbales —que escalaron a lo físico—, quejas infructuosas y ruido excesivo. La pareja denunciante sostiene que esta circunstancia contribuyó al empeoramiento y subsecuente fallecimiento del progenitor de Veras, quien padecía cáncer en 2021.
Fue ese año cuando el trato con los colindantes —que, según Veras, nunca fue amistoso— se intensificó. “No sabemos realmente cuál es el motivo”, señaló el fotógrafo, quien, junto a su mujer, detalló varios sucesos vividos en este desconcertante panorama, ante el cual no han cedido ante las presiones de sus vecinos para que abandonen la propiedad, donde residen desde hace años y disfrutan de un alquiler ventajoso que les permite operar su negocio desde casa.
“Hemos sido blanco de intento de colisión por parte de la vecina. Aprovechan la noche para arrojar y depositar desperdicios frente a nuestra residencia; tenemos pruebas de que los lanzan a nuestro patio”, relató la señora Landrón en la sala de redacción de El Día.
Por su parte, el marido exhibió pruebas que, según él, presentó al denunciar los ataques recibidos al reclamar por una de estas conductas repetitivas. “Me impactó en el tórax con un tubo; me dejó hematomas y, lejos de arrepentirse, me amenazó de muerte”, detalló Juan Veras.
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“No pararé hasta verlos muertos —al padre, a la madre y a la hija de 16 años— y llenarles la boca de basura”, citan los esposos las palabras de la agresora tras golpearlo. Esto los impulsó a recurrir a la Fiscalía Municipal para interponer una queja formal ante la volátil y frágil situación que los mantiene en vilo.
Según su versión, han agotado los trámites judiciales en búsqueda de una solución permanente, sin resultados hasta el momento. Pese a la denuncia interpuesta en 2023, “la calma fue parcial”, pero las molestias no cesaron, indicaron.
“Jamás han acatado el acuerdo mutuo pactado, que fue lo que dictaminó la fiscal en aquel momento”, comenta con frustración Alexandra Landrón. De acuerdo con ella, una de las estipulaciones del acuerdo —la cual no se ha cumplido— era la reubicación del cubo de desechos de los Veras Landrón, quienes ahora se ven forzados a colocar los residuos sólidos en el suelo, cerca del muro divisorio entre ambas casas.
Debido a las continuas transgresiones por contaminación sonora en el entorno, presuntamente originadas por los tres descendientes de la vecina —uno de ellos menor de edad—, la pareja ha contemplado buscar asesoría legal nuevamente, pero sin éxito hasta ahora. Por ello, han decidido acudir a los medios de comunicación buscando ser escuchados y alcanzar la tranquilidad que necesitan.
Alexandra Landrón mencionó que el ambiente que vive ha mermado su bienestar, pues experimenta pavor y ansiedad, al igual que su hija menor de 16 años, quien, según la madre, ha padecido episodios de angustia a causa de lo sucedido.
La pareja, que al parecer heredó una disputa vecinal —dado que los problemas existían desde que los padres de Veras, ambos fallecidos por cáncer, residían allí—, afirma que su anhelo es coexistir pacíficamente.
“Mi padre estaba grave, y ellos ponían la música a todo volumen”, narra Juan Veras. “Sufrió una crisis de nervios y al regresar, lo encontramos sin vida. Me dolió ver que pusieran música en los días de su velatorio”, subraya.
Según los informantes, el núcleo familiar de sus vecinos —con quienes mantienen un litigio de años— se compone de cinco miembros: la madre, quien presuntamente la agredió con un tubo y le deseó la muerte; el padre, mecánico de oficio, de quien mencionaron poco; y tres hijos, uno de ellos menor.
Los señores Veras-Landrón aseveran que los vecinos han utilizado a sus vástagos para arrojar basura frente a su domicilio y enviarles misivas intimidatorias cuando eran más jóvenes, todo con el fin de forzarlos a mudarse del lugar.
El señor Juan Veras explicó que, en su momento, acudieron a la Asociación de Propietarios del sector, pero no obtuvieron una respuesta favorable, ya que —sostienen— fueron previamente desacreditados por la vecina agresora.
“Se nos tacha de indeseables y problemáticos a causa de la difamación”, manifestó.
Los demás residentes —unas ocho viviendas de la Urbanización Puerta de Hierro, en el Distrito Nacional, específicamente en el Paseo Valle Dollyd—, según los denunciantes, prefieren mantenerse al margen del conflicto.
La propiedad era arrendada antes por el padre del denunciante y más tarde, tras casarse, la pareja optó por vivir con sus padres mientras estos estaban con vida. El propietario original ya falleció, al igual que sus progenitores. Actualmente, el canon de arrendamiento lo gestiona una dama emparentada con el dueño original y, según cuentan los denunciantes, respalda cualquier decisión tomada en esa casa por la confianza y el tiempo que llevan allí.
“Ella no interviene en eso”, comentaron.
“Seguimos residiendo ahí porque el alquiler nos beneficia, el inmueble es espacioso y favorece a nuestro estudio de fotografía para gestantes, que es nuestra actividad”, destacaron.
La pareja de cónyuges ruega ser escuchada y que las autoridades ofrezcan una resolución a este conflicto que los aqueja desde hace años y que ha impactado a ambas familias.















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