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Antoni Gutiérrez-Rubí es consultor de comunicación y estratega político; fundador y timonel de Ideograma, una agencia de comunicación con vasta trayectoria en España y América Latina; profesor universitario, columnista en medios destacados y autor de varias publicaciones, incluyendo ARTivismo. El poder de los lenguajes artísticos para la comunicación política y el activismo (Editorial UOC, 2021), obra sobre la cual conversamos en esta entrevista, realizada en el marco de las charlas ofrecidas a integrantes y asociados de la Asociación Profesional de Directores de Comunicación de la República Dominicana (AsoDircom).
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LMG. Comencemos por el concepto de ARTivismo; la palabra en sí sugiere una idea, pero nos gustaría escuchar su definición.
AGR. Existen múltiples acepciones para el ARTivismo, es un tema que intrínsecamente admite diversos enfoques. Más que adentrarme en la teorización, prefiero centrarme en el uso de las manifestaciones artísticas (como las artes escénicas, literarias, visuales, entre otras) para ejercer acción política y social. Desde esta perspectiva, el ARTivismo es la amalgama entre el arte y la militancia.
A partir de la recesión del 2008, las movilizaciones sociales y políticas, abarcando desde el 15M, Occupy Wall Street o Ni una menos, han explorado el activismo con una fructífera renovación de códigos y formatos para alertar, señalar, conmover y congregar. A esta mezcla debemos añadirle el componente digital que ha permitido amplificar los mensajes y alcanzar audiencias más vastas rápidamente.
LMG. ¿Qué beneficios aporta el ARTivismo y cuáles son sus desafíos?
AGR. En lugar de enfocarme en las ventajas, prefiero resaltar cómo el ARTivismo, especialmente en las últimas dos décadas, ha presentado nuevos métodos para concebir el compromiso social y político. En esta práctica se exploran nuevas formas de expresión que facilitan un intercambio diferente entre la ciudadanía. Además, promueve la coralidad como nueva estructura organizativa, dejando atrás los modelos jerárquicos a los que nos tiene acostumbrada la política tradicional. Ludwig Wittgenstein, el pensador austríaco que buscó definir la lógica del pensamiento humano, ya señalaba en 1921 que “los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”. El entorno está mutando mientras que el discurso político parece haberse reducido a una versión ineficaz, anticuada y predecible. Por ello, considero que las expresiones artísticas, con su gran inventiva y adaptabilidad, pueden funcionar como un nexo para ayudar a reconectar al ciudadano con la acción política.
En el futuro, la acción social será cada vez más una constante. Estas prácticas continuarán generando nuevas formas de manifestación que aún desconocemos, pero que con seguridad continuarán sorprendiéndonos y generando impacto.
Es previsible que la influencia de la esfera digital también se incremente, siendo su gran maleabilidad un entorno propicio para el ingenio creativo. No me refiero únicamente a seguir explorando el potencial de las redes sociales, donde también se observa un mayor uso activista.
El caso de Tiktok es un ejemplo claro de las posibilidades que ofrece el ámbito digital para la militancia ciudadana a través del arte. Un activismo más lúdico, donde la música es el eje comunicacional y las acciones resultan más espontáneas, con fallos, auténticas y variadas, generando una fuerte atracción y capacidad de movilización.
Además, me refiero a la integración de capacidades tecnológicas avanzadas de alto nivel. Tecnología innovadora, punzante, reveladora.
La sinergia de estas tecnologías con las expresiones artísticas creo que puede generar nuevas maneras de entender la realidad, expandir las fronteras de la inventiva humana y constituir un aporte significativo para las campañas de artivistas y militantes.
Explorando nuevos caminos
En su obra, Gutiérrez-Rubí evidencia el crecimiento de la fe depositada en las corporaciones, al tiempo que se registra un declive progresivo en la confianza hacia los partidos políticos y las administraciones, lo que él atribuye, en parte, a estilos discursivos obsoletos que podrían ser subsanados con las propuestas creativas del ARTivismo. “Pienso que parte de esta incredulidad y descontento con el sistema democrático está vinculado al descrédito del discurso político. No solo las palabras, sino también las formas…”
La publicidad ha sido el código dominante en la comunicación política, y este formato tan jerárquico, tan unidireccional, que relega a los votantes a meros observadores, es hoy en día un medio insuficiente para motivar”, afirma Gutiérrez-Rubí.
Sostiene que es el momento de indagar nuevas trayectorias “y me atrevo a conjeturar que la renovación de las formas de expresión termina generando renovaciones en la esfera política. Y no me refiero solo por su capacidad de invención sino por los esquemas de organización que lo sustentan: la coordinación, la colectividad, la colaboración, la ausencia de jerarquías… Estas dinámicas reflejan una promesa de innovación política”.
Un recurso para expresar la voz
Aunque parezca más ligado a la comunicación política, el ARTivismo también es útil para la comunicación empresarial, nos comenta Gutiérrez-Rubí. “La visión sobre el rol social de las empresas ha cambiado drásticamente en las últimas décadas.
La sociedad exige cada vez más que las organizaciones funcionen como catalizadores de cambio para enfrentar los desafíos locales y mundiales y alineen sus actos con ciertas causas sociales. El sector empresarial también puede hallar en el ARTivismo una gran oportunidad para optimizar su comunicación institucional”.
LMG. ¿Tiene futuro el artivismo o está en riesgo de ser cooptado por el statu quo, como ha ocurrido, por ejemplo, en República Dominicana con la Marcha Verde, cuyos dirigentes y voceros han sido progresivamente silenciados por el gobierno mediante designaciones en el aparato estatal? ¿O de ser utilizado por élites de poder (capital privado, iglesias) para imponer una agenda a su conveniencia?
AGR. Debemos considerar que iniciativas como las sombrillas amarillas para exigir el 4% del PIB para la educación o la Marcha Verde, por el fin de la impunidad, fueron movimientos amplios y diversos, que se sirvieron del artivismo como herramienta para captar atención y difundir su mensaje.
No obstante, su éxito residió en una estrategia y un discurso bien articulados y en las diversas voces que les dieron soporte desde los medios tradicionales y diversas entidades e instituciones. Como principio, puede ser válido buscar implementar transformaciones desde la propia estructura gubernamental. La clave reside en mantener el equilibrio entre la cooperación constructiva con el gobierno, los grupos económicos y las ONG, salvaguardando una postura de fiscalización y autonomía.
Por otra parte, si bien persiste el peligro de que ciertos sectores intenten adueñarse del ARTivismo para sus propósitos o emplearlo como mero “lavado de imagen verde”, el mayor escrutinio social dificulta estas maniobras y puede perjudicar seriamente la imagen de una compañía o entidad.
En una sociedad que demanda mayor implicación de las empresas, aquellas que demuestren que su compromiso es auténtico pueden ganar la confianza y el respaldo de la comunidad.
La sinceridad y una implicación real con la sociedad se están convirtiendo en factores esenciales para fortalecer el valor de una marca y su éxito corporativo a largo plazo.














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