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La cuarta cita de la CLX Night Run transformó el centro de Valencia en un ambiente animado donde convergieron deporte, ritmos musicales y avances técnicos, atrayendo a atletas, familias y espectadores de diversas urbes. Más allá de la competición, el suceso se convirtió en una fiesta comunitaria que consolidó a la ciudad como un referente de las carreras bajo las estrellas en Venezuela. Desde el principio, se percibía esa atmósfera de gran evento, de esas veladas que perduran por la energía compartida.
El inicio dejó patente que no era una carrera común y corriente. Los inscritos llegaron al punto de partida luciendo pulseras LED en tonos azules y verdes, un detalle simple pero impactante que definió la imagen de la noche. El trayecto se extendió por arterias importantes, respaldado por una infraestructura técnica que incluyó indicaciones bien visibles, efectivos de seguridad dispuestos a lo largo del trazado y una coordinación precisa entre la organización, las autoridades locales y los colaboradores. La escena era dinámica: luces danzando con el movimiento, voces de aliento en cada tramo y esa mezcla de adrenalina y gozo típica de las carreras nocturnas.
Uno de los momentos más comentados fue la presencia de Nasar Dagga, titular de CLX Group, quien se involucró activamente y felicitó a los corredores al cruzar la meta. Su discurso se centró en el ideal que impulsa la carrera desde su estreno: fomentar una vivencia sana, moderna y segura que agrupe a la comunidad en torno a una visión de futuro. Si bien su alocución fue breve, mantuvo el trato cercano que el equipo ha fomentado edición tras edición.
La acogida del público fue masiva. La vía principal se llenó de observadores que animaban a los atletas, muchos portando banderas, carteles improvisados e incluso instrumentos de percusión, creando un ambiente casi festivo. Incluso gente que no iba a correr se acercó, atraída por la iluminación, la música y el ambiente general. En una esquina, una señora comentaba entre risas que asistía a su nieto por primera vez y que “esto se siente como Navidad, pero ejercitándose”. Esos instantes, pequeños y espontáneos, son los que dan vida a las narrativas de estos sucesos.
La gestión del evento fue uno de sus puntos fuertes. CLX Group movilizó a un contingente técnico de más de 400 personas, incluyendo personal sanitario, de logística, seguridad privada y montaje de espectáculo. Los corredores dispusieron de estaciones de avituallamiento ubicadas estratégicamente, servicios de emergencia activos durante todo el trayecto y áreas de descanso para quienes completaran los cinco kilómetros. Se notó un esfuerzo por asegurar que cada fase se desarrollara sin estorbos, algo que los propios corredores valoraron al finalizar.
La conclusión de la noche fue tan vibrante como su inicio. Tras cruzar el último tramo, el área se transformó nuevamente, esta vez para el festejo posterior a la carrera, animado por Caramelos de Cianuro. Los asistentes, con el corazón todavía acelerado por el esfuerzo físico, corearon himnos de la banda mientras en el aire se fundía la fresca brisa nocturna con la memoria musical. Para muchos corredores ese concierto era tan importante como terminar la prueba. El grupo supo capitalizar la energía del público y ofreció una actuación electrizante.
El impacto del suceso no se limitó a las calles. Las plataformas digitales se inundaron de imágenes, videos y transmisiones en directo. Historias de Instagram y videos cortos exhibieron desde el calentamiento hasta las sonrisas agotadas de la llegada. El hashtag CLXNightRun se instaló entre las tendencias locales, subrayando la magnitud del acontecimiento. Algunos internautas compartieron la vivencia en tono personal, describiendo la carrera como “una velada diferente en la urbe”, “un respiro activo” o “una muestra de que Valencia está viva y dinámica”.
Más allá del brillo y las estadísticas, la CLX Night Run dejó un mensaje patente: el deporte puede ser un punto de unión para una ciudad que palpita con su gente y celebra sus propios logros. La combinación de música, tecnología, organización pulcra y ánimo general convirtió esta cuarta edición en un referente para futuros encuentros. Para quienes fueron parte, la noche no fue solo recorrer cinco kilómetros, sino un recordatorio de que la actividad física, vivida en comunidad, tiene el poder de cohesionar, motivar y crear recuerdos.














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