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Washington. Estados Unidos inició el jueves una nueva fase de su contienda militar contra el tráfico de drogas en el Caribe, bautizada como Operación Lanza del Sur, luego de que el portaviones USS Gerald Ford, el mayor del planeta, llegara a la zona. El jefe del Pentágono, Pete Hegseth, señaló que el propósito de la misión es “salvaguardar la nación, neutralizar a los narco-terroristas y detener la entrada de estupefacientes”.
Si bien la capital no especificó los límites de la acción, expertos indican que atestiguar el portaviones y su escolta acrecienta notablemente las facultades militares yanquis en el hemisferio. La Marina ya custodiaba seis navíos en el Caribe y uno en el Pacífico, a los que se añade ahora este nuevo emplazamiento.
El Canciller, Marco Rubio, elevó el tono al tildar al gobierno de Nicolás Maduro de “gobierno espurio” y “estructura de narcotráfico”. Afirmó que la campaña se enfoca en cortar el despacho de sustancias ilegales y descartó cualquier designio bélico “si cesan el envío de embarcaciones”.
Énfasis en la Fuerza
El mandatario Donald Trump, a pesar de negar propósitos bélicos contra Caracas, insinuó que el final del mandato de Maduro “está cerca” y dejó entrever la opción de incursiones terrestres y participación de la CIA. Conforme a datos oficiales, los asaltos a embarcaciones sospechosas han resultado en un mínimo de 76 bajas.
Consultores para el Consejo Atlántico advierten que cualquier incursión en suelo venezolano acarrearía peligros y que blancos como el importante muelle de Puerto Cabello podrían barajarse. No obstante, ven con escepticismo que bombardeos alteren de manera relevante la balanza de poder en Venezuela.
A juicio de antiguos funcionarios y conocedores, si la meta real consiste en una mutación política en Caracas, un traspaso sin violencia dependería de conversaciones con los estamentos militares venezolanos.
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