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¡Hogares de fe cristiana!

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Independientemente de las tribulaciones que deba afrontar, o las trabas que deba superar, o la cantidad de adversarios que posea.

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Independientemente de las tribulaciones que deba afrontar, o las trabas que deba superar, o la cantidad de adversarios que posea. Nuestro Señor es Omnipotente y cuando le confiamos las circunstancias que atravesamos, Él nos otorga el favor para continuar avanzando.

El núcleo familiar tiene la misión de guiar a los descendientes hacia el sendero de la iniciación cristiana. Sin embargo, si el vínculo matrimonial no fue escogido como una vocación emanada de un llamado divino para profesar afecto y respeto mutuo diariamente y ser colaboradores con Él en la formación de nuevos seguidores para el Reino, no hemos comprendido la esencia del Matrimonio Sacramental como Vía de Santificación.

Hemos equiparado este pacto con un vínculo afectivo, emocional y carnal, unido únicamente por la intensidad de un instante y el provecho que motivó dicha unión, puramente material y carnal. Solo bajo estas premisas puede un vínculo culminar en separación legal.

No han captado la trascendencia del matrimonio dentro del Diseño divino. Pero a pesar de todos los pronósticos desalentadores, el hogar perdura. Ha resistido con tenacidad las oscuras predicciones sobre su fin, y para ciertas figuras públicas de nuestro tiempo, aún mantiene su relevancia y validez. Esto se debe a que el grupo familiar se erige como la estructura social primordial y esencial según el orden dispuesto por Dios para el bienestar de la especie humana.

Independientemente de las tribulaciones que deba afrontar, o las trabas que deba superar, o la cantidad de adversarios que posea. Nuestro Señor es Omnipotente y cuando le confiamos las circunstancias que atravesamos, Él nos otorga el favor para continuar avanzando.

¡Hogares cristianos!, ya es tiempo de dejar de estar apartados de la actividad diaria. Hemos de ser espejo de vida y afecto para los demás grupos familiares. No debemos permanecer confinados en su interior. Es imperativo salir y ser testimonio ante los otros y, como familias creyentes, constituirnos en apóstoles para que la familia siga siendo “aula del más profundo humanismo”. Amén.

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