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Observación: ‘Wicked: For Good’ da la impresión de ser más una puesta en escena que un largometraje

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Así que son bastantes minutos, considerablemente más que el show teatral, que tenía una duración aproximada de la mitad.

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En suma, los dos segmentos de esta versión de “Wicked” suman 297 minutos, cifra que, más que el miedo a leones, tigres y osos, es suficiente para despistar a cualquier espectador que no haya quedado totalmente cautivado por la reinterpretación de “El mago de Oz”.

Así que son bastantes minutos, considerablemente más que el show teatral, que tenía una duración aproximada de la mitad. Pero “Wicked” siempre ha sido un espectáculo monumental: baladas potentes y escenarios amplios, todo en un despliegue de colores vivos. La opulencia es parte inherente de “Wicked”, un asalto musical repleto de simbolismos e himnos interpretados con una convicción que podrías ver tierna si eres afín, o agotadora si, bueno, ya sabes.

Para aquellos que, perteneciendo al primer grupo, sintieron que la primera entrega del año pasado fue insuficiente, “For Good” seguramente les deparará una grata sorpresa. Como ambas cintas se grabaron a la par, gran parte del sentir y la esencia del primer capítulo se mantiene en “For Good”. Hay más Cynthia Erivo, más Ariana Grande y más discursos emotivos. Para la mayoría de los seguidores de “Wicked”, más significa mejor.

Pero para quienes nos sentimos —¿cómo expresarlo sin ser hirientes?— un tanto fastidiados con tanto verde y agua, “For Good” no ofrece mucho consuelo. Ciertamente, hay un gran talento en estas producciones, especialmente en el caso de Erivo. Sin embargo, “For Good”, al igual que su precedente, a menudo se percibe más como una representación escénica que como un largometraje, con personajes que entran y salen del plano con una ambientación digna del Mago de Oz.

Ese podría ser un aspecto inevitable de una suma de cultura popular como “Wicked”. Se trata de una adaptación fílmica de un musical de teatro de 2003 (escrito por Winnie Holzman y Stephen Schwartz) basado en una novela de 1995 (de Gregory Maguire), que a su vez bebe de una película de 1939 (de Victor Fleming y su equipo) y del cuento original de 1900, “El mago de Oz”, de L. Frank Baum. Más de un siglo de entretenimiento americano se comprime en “Wicked”.

Por ende, sí, “El mago de Oz” es prácticamente historia. Y ahí radicaba mucha de la genialidad del libro de Maguire, que tomaba el Oz de Baum e imaginaba que todos sus aparentes contrastes —la criticada Bruja Malvada del Oeste, la intachable Glinda, la Bruja Buena, el poderoso Mago— eran meras construcciones propagandísticas. Si la narrativa histórica es un cúmulo de falsedades aceptadas, entonces Oz también es un engaño.

Esas alusiones políticas cobran mayor fuerza en “For Good”. Tras dedicar gran parte de la primera parte a desarrollar la relación de Elphaba (Erivo) y Glinda (Grande) como colegas en la Universidad de Shiz, el segundo acto expone un Oz en creciente turbulencia. Elphaba, estigmatizada como la Bruja Malvada del Oeste, ahora vive en reclusión.

“¡Cuiden a sus vástagos!”, reza el comunicado gubernamental. “¡Desconfíen de toda criatura animal!”

Mientras el Camino de Ladrillos Amarillos se extiende, cual vías férreas fronterizas, envuelto en una polvareda industrial, la persecución de Elphaba se intensifica. Se impone una restricción de tránsito tanto para seres vivos no humanos como para los Munchkins. Se afirma que Oz es “un sitio que parece estar en decadencia”.

Nadie mayor de diez años pasará por alto la intención de estas referencias. “Wicked: For Good” no oculta su postura al respecto, y esa franqueza —junto con la firme creencia del filme en la empatía y la diversidad cultural— es a la vez su cualidad más conmovedora y su argumento más sólido. Cada encarnación de “Wicked” ha contenido su propia relevancia social. El propio Maguire bebió de la atmósfera discursiva previa a la Guerra del Golfo. “For Good” podría ser la lectura más aguda y pertinente hasta la fecha. Parte de esto ya existía en la obra, y otra parte es expandida en el guion de Holzman y Dana Fox, que añade al segundo acto un desarrollo más profundo de personajes secundarios y un par de temas musicales inéditos.

Las melodías más pegadizas (“Popular”, “Defying Gravity”) ya son un recuerdo. En su lugar, “Wicked: For Good” es pura agitación y desafío, con Elphaba armando una revuelta contra el Mago (Jeff Goldblum) y Madame Morrible (Michelle Yeoh). Figuras como Fiyero (Jonathan Bailey), jefe de la guardia del Mago, se ven forzados a tomar partido.

Considerando la obra original del clásico de 1939 —el Hollywood dorado en su apogeo—, uno esperaría que el universo de Oz se presentara con nitidez, aunque desde un ángulo distinto. Sin embargo, a pesar de la vitalidad que Chu exhibió en trabajos previos como “In the Heights” y “Crazy Rich Asians”, “Wicked: For Good” lucha por situarnos verdaderamente en el ambiente. Cuando Dorothy y Toto aparecen (solo se ven a lo lejos), casi se añora el sendero despejado por el que comienzan a andar.

En cambio, “Wicked: For Good”, lejos de reconstruir el entorno de Oz, da la impresión de estar yendo de una escena a otra sin cesar. Tal vez sea una crítica trivial en un mundo de fantasía. (“¡No tengo idea de dónde quedan las oficinas del Gremio de las Piruletas!”). Pero rara vez sentí que el mundo del filme me absorbiera, sino más bien que lo observaba —a veces con admiración, rara vez con verdadero disfrute— desde una posición elevada. El problema de buscar siempre el máximo impacto visual es que los intérpretes nunca tienen oportunidad de simplemente ser ellos mismos.

Todo el impulso que logra “Wicked: For Good” se debe en gran medida a sus protagonistas. En gran parte, estas películas han sido un escaparate para Erivo y Grande, una espléndida exhibición de camaradería femenina que supera obstáculos de prejuicio y errores de juicio para cimentar una visión de concordia entre opuestos. Es una visión atractiva, y Chu, tal como lo hiciera en el exitoso final de la primera parte con “Defying Gravity”, sabe cómo entregar una clausura perfecta.

Grande destaca en los (pocos) momentos de humor, como su breve mofa a la risa estridente de Margaret Hamilton. Pero es Erivo quien verdaderamente eleva el material. Su Elphaba parece creer en la posibilidad optimista de “Wicked” y, a la vez, recelar de su realización. Cuando interpreta con honda tristeza uno de los nuevos números, “No Place Like Home”, Erivo parece entender que llegar a ese punto requerirá mucho más que un simple chasquido de tacones o un repicar del reloj.

“Wicked: For Good”, una producción de Universal Pictures, está catalogada como PG por la Motion Picture Association debido a secuencias de acción/violencia, algún contenido insinuante y temas adultos. Duración: 137 minutos. Dos estrellas de cuatro.

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