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Paulino sostiene que, luego del suceso trágico, el dueño del arma se presentó en el sitio, recogió el revólver y se llevó el proyectil sobrante.
El percance que resultó fatal para una joven de 13 años en el barrio La Islita, en La Herradura, continúa suscitando gran indignación.
Su progenitora manifiesta que el armamento con el que se propinó el tiro mortal estaba “pignorado y custodiado” en casa del pariente, también de 13 años, quien la manipuló y, consecuentemente, ocasionó el desenlace fatal.
Dos semanas después del evento, al arribar al sector, se percibe una calma inusual. Un ambiente de quietud que contrasta con el bullicio habitual de vecindarios como ese, donde los infantes suelen correr y jugar en las avenidas.
Desde el fallecimiento de la adolescente, nada ha vuelto a ser igual.
Al dialogar con Griselda Paulino, progenitora de la víctima, es palpable que todavía libra la batalla por asimilar lo acontecido. Describe el hueco dejado por no ver a su hija, la forma en que perdió la vida y la impotencia que la impulsa a exigir equidad. Destaca que el arma correspondía al titular de una casa de empeño conocido como “El Capé”, quien supuestamente tenía el pistón guardado como garantía en la residencia donde reside la madre del menor implicado.
Paulino afirma que, tras el suceso luctuoso, el propietario del arma se presentó, se hizo con la pistola y se llevó el casquillo, sin haberlos entregado hasta ahora a los entes policiales.
“El poseedor del arma llegó, la localizó y se llevó todo. A la fecha no aparece”, denuncia.
La madre asegura que, según relató el muchacho responsable del disparo, la jovencita le había solicitado a su primo que dejara de jugar con el revólver, pero el joven hizo caso omiso hasta que ocurrió la fatalidad.
Paulino cuestiona que el adolescente que estuvo manejando el arma permanezca bajo arresto domiciliario. “A mi cría la observo enterrada, y al otro muchacho lo tienen en su hogar viendo televisión. ¿Dónde está el castigo?”, expresó entre lágrimas.
La aflicción ha marcado profundamente a su núcleo familiar. Paulino compartió que sus otros vástagos, con edades entre 1 y 11 años, han sido impactados emocionalmente. Uno de los parientes de la occisa reitera que ya no sabe quién le asistirá con las labores domésticas, mientras que su hija menor se arregla el rostro diariamente emulando a la joven fenecida.
“Cada uno exhibe el pesar de un modo diferente. Yo misma, no he retornado a mi empleo, ya que no me siento con bríos, al saber que hasta ahora no se ha establecido justicia, por la muerte de mi niña”, confesó.
La madre insiste en que el arma de fuego aún no ha sido facilitada a las autoridades, un dato que fue corroborado por una fuente policial, involucrada en la indagatoria, quien aseveró que el arma se encontraba depositada como prenda.
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