El pasado 19 de noviembre se conmemoró el 137° natalicio del cubano José Raúl Capablanca, monarca mundial de ajedrez entre 1921 y 1927, único latino en ostentar tan alto galardón en la historia del Juego Ciencia. Para rememorar a tan genial artista del tablero de 64 casillas, compartimos algunas líneas extraídas de *Capa, hijo de Caissa***, del célebre escritor, periodista, crítico cinematográfico y Premio Cervantes 1997, Guillermo Cabrera Infante.
A continuación, incluyo reflexiones de interés y aforismos de preclaros Maestros sobre Capablanca.
Capablanca es…
“La primera ocasión que vi a Capablanca fue la última. Mi progenitora me llevó a presenciarlo. Mi madre, debo confesarlo, no tenía noción alguna de lo que era el ajedrez, pero sí sabía quién era Capablanca. Una tarde, casi al anochecer, nos arrastró a mi hermano y a mí a ver a Capablanca. Salimos tras cenar y arribamos a nuestro destino, el Capitolio Nacional, cuando la noche ya estaba cerca”.
“El colosal edificio blanco relucía por una celebración a la que asistíamos. Subimos la empinada y extensa escalinata de granito hasta el salón de los Pasos Perdidos (un nombre apropiado, lástima que fuera tomado) y allí, en el centro, estaba Capablanca en su pose de insigne jugador de ajedrez que ha recibido un jaque mate. Al acercarnos, con sumo respeto, pude percibir todo lo distinguible de Capablanca: solo su rostro. Estaba sumamente lívido, más bien grisáceo, y en la nariz y las orejas portaba torpes obturaciones de algodón. Capablanca se veía estático e imperecedero: era evidente que había fallecido, a pesar de ser un Inmortal”.
“El féretro, palabra que aprendí entonces, reposaba justo sobre el diamante sito en el corazón del vasto salón donde se perdían nuestros pasos. En el medio de todo, central, se encontraba el diamante, resguardado por un grueso cristal que aseguraba su posesión y a la vez magnificaba su tamaño y valía. El diamante lucía como múltiples féminas, seductor y a la vez inalcanzable. Era, como intuirán, una réplica cubana del grandioso Kohinoor que Raffles, con sus manos sedosas siempre lejos de la piedra tallada, anheló sustraer. El diamante, aparte de ser una gema preciosa, fungía como hito vial: señalaba el kilómetro cero de la carretera central, por disposición del general Gerardo Machado, entonces tirano”.
“Ahora, joya sobre joya, la urna que contenía a Capablanca, su receptáculo, se posaba, pesada con su preciada carga, sobre el duro diamante popular, y la acumulación de opulencia resultaba casi insoportable para un niño que intentaba captar el significado de tanta veneración. Mi madre, apasionada por la cultura, sentenció de forma categórica: ‘¡Es una gloria de Cuba!'”.
No dijo “fue” sino “es”. “Capablanca es”.
(Referencia: *Capa, hijo de Caissa*, se encuentra recopilado en la obra *”Vidas para leerlas”*, publicada por Guillermo Cabrera Infante en 1998).
¿Cómo cotejar al insigne cubano con las actuales hornadas de ajedrecistas dependientes de los módulos, donde domina el estudio del ajedrez mediante aparatos electrónicos que aniquilan la inventiva precisa para desarrollar una partida con la brillantez que caracterizaba el estilo de Capablanca?
En pleno 2025, la inmensa mayoría de los jugadores de vanguardia moderna deberían rendir pleitesía a Capablanca; solo un súper dotado como Magnus Carlsen sería capaz de rivalizar con el don, la creatividad y la facilidad para asimilar el ajedrez que poseía Capablanca. Nada que ver los dos últimos Campeones Mundiales (Ding Liren y Gukesh Dommaraju) con la estimable maestría ajedrecística de Capablanca. Y antes del noruego, algunos pocos ajedrecistas, notablemente Bobby Fischer, Anatoli Karpov y Gary Kaspárov, alcanzaron un nivel de juego equiparable al del cubano.
Su capacidad para sopesar las posiciones con presteza, eficiencia y simplicidad, lo distinguía entre sus pares, por ello Capablanca, quien aprendió a jugar antes de articular palabra y llevaba el ajedrez de manera innata en su intelecto, representa el ayer, el hoy y el mañana.
Citas sobre Capablanca
-En la noche del 6 de abril de 1906, Capablanca intervino en el “Torneo de Tránsito Rápido del Club de Ajedrez de Manhattan”, en Nueva York, donde, tras varias rondas eliminatorias, triunfó sobre el gran Emanuel Lasker, dejando a todos maravillados, ganando el certamen. Lasker le estrechó la mano a su vencedor expresándole: “Es asombroso, joven, usted no ha cometido fallos”.
-“Ha expirado el ajedrecista más grande que ha dado este deporte”, Alexander Alekhine.
-“Capablanca era un genio genuino; asimilaba el ajedrez de forma instintiva, como sin necesidad de esfuerzo alguno.” Mijail Botvinnik.
-Aforismo célebre de Miguel Najdorf acerca de Capablanca:
“Capablanca fue el mejor porque no precisaba esforzarse.” Y en una entrevista: “A los Capablanca no se les forja, sino que vienen al mundo.”
-“Siempre he mantenido que Capablanca poseía el mayor don natural que el ajedrez había conocido.” Paul Keres.
-Fischer sentía una profunda admiración por la nitidez y la gracia del juego de Capablanca, a quien miraba como un talento casi milagroso y declaró: “Capablanca fue, posiblemente, el mayor portento natural del ajedrez de todos los tiempos.”
-“El ideal en el ajedrez solo puede ser una concepción colectiva, pero en mi sentir, Capablanca es quien más se aproxima a él”. Anatoli Karpov.
-Gary Kaspárov solía recalcar que Capablanca poseía un talento natural casi insuperable para tornar sencillas las posiciones y tomar resoluciones acertadas sin requerir extensos cálculos. “Capablanca parecía ejecutar sus partidas sin fatiga; su claridad y llaneza eran tan puras que a menudo se confundían con simpleza o facilidad.”
Nota: En honor al natalicio de José R. Capablanca el 19 de noviembre de 1888, la Federación Internacional de Ajedrez estableció esa fecha como el Día Internacional del Ajedrez.
Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.















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