Chicago, Illinois.- En la audiencia celebrada ayer en Chicago, Joaquín Guzmán López se mostró ante el estrado, ataviado con el uniforme naranja penitenciario, y contestó a las preguntas proferido con voz tenue en inglés. Durante el interrogatorio de rutina, reveló a la jueza Sharon Johnson Coleman que estaba bajo tratamiento para la ansiedad y que poseía un título universitario. Al ser consultado sobre su ocupación, Guzmán López contestó sin dudar: “Me dedico al narcotráfico”.
“Ah, ese es su trabajo”, replicó Coleman mientras los presentes en la sala soltaban risas.
El lunes, aceptó su culpabilidad en un cargo por conspirar para traficar estupefacientes y otro por formar parte de una asociación delictiva continua. La magistrada federal Coleman aplazó la fijación de la fecha para la imposición de la pena, pidiendo a las partes que informaran sobre la situación el 1 de junio.
Al aceptar responder por los señalamientos de tráfico de drogas, Guzmán López proveyó nuevas pistas sobre su sorpresiva decisión de traicionar a Zambada, lo cual generó amplia cobertura mediática a nivel global y propició la caída de una de las figuras más buscadas del orbe.
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Según lo expuesto en su declaración, Guzmán López orquestó una cita en Sinaloa con Zambada —referido solo como “Individuo A”— bajo el pretexto de necesitar su auxilio para zanjar un conflicto. Cuando Zambada arribó el 25 de julio de 2024, Guzmán López lo condujo a una sala privada, donde, según la declaración, previamente había desactivado de manera clandestina un panel de cristal de un ventanal que iba del suelo al techo.
Una vez que Guzmán López cerró y asegurado el acceso, hombres armados ingresaron a través de la abertura, inmovilizaron a Zambada y le colocaron una capucha sobre la cabeza.
Posteriormente, Zambada fue introducido en una camioneta y transportado a un aeródromo cercano, donde fue forzado a abordar un jet privado junto a Guzmán López.
En el vuelo, Guzmán López le suministró a Zambada una bebida mezclada con un sedante, consumiendo él también una parte antes de que la aeronave despegara con destino a Estados Unidos, según la confesión.
Ambos fueron interceptados por autoridades estadounidenses tras su aterrizaje en Nuevo México.
Zambada alegaba que el descendiente del “Chapo” había planeado ese encuentro para “coadyuvar a solventar discrepancias entre dirigentes políticos”. “La idea de que me entregué o colaboré por voluntad propia es totalmente errónea,” se leía en el escrito.
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Guzmán López admitió en su acuerdo de culpabilidad que ideó la privación de libertad “con la expectativa” de alcanzar un trato favorable del Gobierno estadounidense en los procesos judiciales en su contra y la de sus consanguíneos.
Reconoció en el pacto que los Estados Unidos no habían avalado ni consentido el secuestro, y que “ni él ni sus hermanos obtendrán reconocimiento por haber cooperado en este hecho”.
No obstante, el fiscal adjunto de EE. UU., Andrew Erskine, manifestó ayer en el tribunal que, a cambio de la colaboración continua de Guzmán López en otros aspectos de su caso, los fiscales propondrán una sanción menor a la cadena perpetua obligatoria.
Guzmán López se convierte así en el segundo familiar de los Guzmán en prestar colaboración al Gobierno de Estados Unidos.
Previamente lo había hecho su hermano menor, Ovidio, quien se declaró responsable de narcotráfico el pasado 11 de julio ante la misma jueza, Sharon Johnson.
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