En abril, la compañía Prada cerró un pacto final para adquirir Versace a la firma estadounidense Capri Holdings por cerca de 1.300 millones de euros (1.510 millones de dólares), luego de que la transacción de Capri con Tapestry se cayera por objeciones de los entes reguladores de competencia.
Lorenzo Bertelli, vástago de los dueños de Prada, Miuccia Prada y Patrizio Bertelli, indicó a Reuters en noviembre que asumiría la presidencia ejecutiva de Versace una vez culminada la integración. Precisó que Prada llevaba tiempo evaluando una adquisición así.
“Hubo acercamientos previos durante la crisis sanitaria, incluso antes de que Capri negociara con Tapestry. Al caer ese acuerdo por impedimentos antimonopolio, retomamos las conversaciones y buscamos agilizar el proceso”, comentó Lorenzo Bertelli.
“Esto era algo que se venía preparando desde hace bastante”, apostilló.
La marca, fundada en 1978 por Gianni Versace en Milán y célebre por su estilo llamativo y lujoso, se sumará a las dos enseñas principales del grupo: Prada, del mismo nombre, y Miu Miu, la más pequeña pero con gran expansión, lo que supone una modificación sustancial en la estrategia de la casa de moda italiana.
Bertelli, gran promotor de la compra, señaló que Versace reunía dos requisitos esenciales: no representar un peligro financiero excesivo y ser valiosa, considerando que la marca goza de un reconocimiento global considerable.
En marzo, pocas semanas antes de que se hiciera público el trato con Prada, Donatella Versace dimitió de su puesto como directora creativa tras casi treinta años en funciones.
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