Por el Dr. Rubén Rodríguez – Nutriólogo Clínico – Nutriólogo Renal – Especialista en Obesidad y Dietética @drrubendarior
La insuficiencia renal crónica (IRC) se ha transformado en una de las mayores amenazas para la salud pública tanto en República Dominicana como a nivel mundial. Su prevalencia está en constante aumento y, frecuentemente, es consecuencia de patologías crónicas muy comunes, como la diabetes mellitus tipo 2, la tensión alta, el sobrepeso, las afecciones cardiovasculares y el síndrome metabólico. Estos problemas deterioran progresivamente las capacidades renales y, si no se atienden a tiempo, pueden derivar en complicaciones graves que impactan la calidad de vida y la longevidad de quienes las padecen.
Hoy en día, la intervención dietética se considera una de las estrategias más eficaces para frenar el avance de la IRC, gestionar los síntomas metabólicos y optimizar el bienestar general. Lejos de ser restrictiva, la alimentación renal moderna promueve esquemas dietéticos flexibles, adaptados a la cultura y sostenibles, entre los cuales resalta el flexitarianismo, una pauta alimentaria enfocada en priorizar alimentos de origen vegetal con una ingesta moderada de proteína animal.
Este enfoque ofrece tres ventajas significativas para las personas con problemas renales:
Reduce la carga de trabajo metabólico del riñón, al limitar el exceso de proteína animal y el sodio.
Favorece la salud del corazón y las arterias, algo crucial ya que la IRC aumenta considerablemente el riesgo de eventos vasculares.
Incrementa la ingesta de fibra y sustancias antioxidantes, lo cual ayuda a mejorar la flora intestinal, reducir las toxinas urémicas y estabilizar los niveles de glucosa en pacientes diabéticos.
La cantidad adecuada de proteína dependerá del estadio de la IRC, si el paciente está o no en diálisis, y si sufre de desnutrición o pérdida de tejido muscular, conocido como síndrome de desgaste proteico-energético (PEW).
Estructurar el plato renalmente beneficioso con 50% de verduras y hortalizas, 25% de carbohidratos complejos y 25% de proteína magra.
Diseñar menús semanales basados en productos locales.
Revisar las etiquetas para evitar el exceso de sal, fósforo añadido y aditivos artificiales.
Optar por métodos de cocción como vapor, horno o a la plancha.
Asegurar un aporte calórico suficiente para prevenir la desnutrición.
Practicar actividad física ajustada a la condición individual.
Evitar el uso de suplementos de hierbas o proteínas sin supervisión médica.
El manejo de la enfermedad renal crónica no debe dejarse al azar. Cada persona presenta circunstancias únicas, y su plan nutricional debe personalizarse basándose en análisis de laboratorio, la etapa de la IRC, la presencia de diabetes o hipertensión y el riesgo de desnutrición. Por ello, se aconseja acudir regularmente a: un Nutriólogo clínico especializado en enfermedad renal, para ajustar la alimentación y monitorear la composición corporal, y al Nefrólogo, responsable del tratamiento médico general, la medicación y la toma de decisiones clave.
La nutrición no solo protege la función renal: también mejora la energía, la fuerza muscular, la calidad de vida y los resultados clínicos. Con un control proteico adecuado, una gestión de los micronutrientes esenciales y el apoyo de profesionales, es posible alcanzar una mejor salud y calidad de vida, incluso en fases avanzadas. Esta sección es el espacio educativo de la Sociedad Dominicana de Nutrición Clínica y Metabolismo. Sus preguntas pueden enviarse a: sodonuclim@gmail.com/@sodonuclim.
Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.
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