Tucson (EE. UU.). – El temor a que sus cuatro vástagos experimentaran el “trauma” de un arresto en suelo estadounidense impulsó a la colombiana Yarlidis Goez-Santos a retornar voluntariamente esta semana, hastiada de vivir bajo la aprensión de los funcionarios del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).
“No deseo que mis pequeños soporten el sufrimiento de que, al andar por la calle, oficiales del ICE me detengan, nos pongan esposas o nos desalojen a la fuerza del hogar, no quiero que mis infantes vivan eso”, manifestó a EFE Goez-Santos unas horas previas a unirse a los más de 1.6 millones de personas en situación migratoria que se han auto-deportado en lo que va de año.
Al despuntar los primeros claros del alba en Tucson, localidad del estado fronterizo de Arizona, la familia se preparaba este martes para abandonar Estados Unidos, tras meses de zozobra y un pánico persistente que inició en enero pasado, cuando el ICE capturó y expulsó al cónyuge de la migrante mientras se dirigía a su empleo.
“Ya le estaban siguiendo, lo aguardaban en la vía, de pronto le interpusieron el paso y se lo llevaron”, rememoró.
El núcleo familiar arribó a Estados Unidos hace tres años luego de huir de la violencia, cruzar la línea fronteriza por El Paso, Texas, y solicitar protección, pero las autoridades denegaron el expediente de la pareja, dejándolos sin muchas alternativas.
El susto se transformó en pavor cuando, hace unos meses, uniformados del ICE llamaron a su puerta.
“No abrí, no les di respuesta alguna, pero sabía que ya me estaban buscando”, relató.
Desde ese momento, la progenitora de 28 años habitó en inquietud continua por ser aprehendida, dejó de salir a la vía pública, y solo se aventuraba en circunstancias estrictamente “indispensables”, como llevar a sus chicos al médico.
A pesar de ello, admite que, de poder rebobinar el tiempo, intentaría de nuevo ingresar a Estados Unidos, a pesar de los peligros que su familia sorteó, incluyendo el viaje, junto a la abuela, en el tren conocido como ‘La Bestia’ para atravesar México.
“Encontré gente sumamente bondadosa, que nos ofreció su auxilio, por eso estoy muy agradecida”, comentó.
Para la mujer, la ‘utopía americana’ ya no existe, especialmente bajo la administración del presidente Donald Trump, cuyo ejecutivo informó al término de octubre la expulsión de 527,000 foráneos desde el inicio de su mandato en enero y la auto-deportación de 1.6 millones.
“Verdaderamente siento aprensión por volver a Colombia, desconocemos cómo está la situación allí, no sabemos qué nos depara”, agregó la madre mientras cobijaba a sus vástagos.
La familia recurrió a la aplicación ‘CBP Home’ de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) para efectuar su retorno voluntario, contactar al ICE y gestionar los trámites para entregarse.
“Desde Tucson nos indicaron que viajaremos a Luisiana, desde donde tomaremos un vuelo hacia Colombia”, precisó.
La migrante señaló que el Gobierno norteamericano se comprometió a otorgarle 1,000 dólares por dejar el país, pero únicamente a ella.
Aún ignora cómo o cuándo recibirá esos fondos, pero afirma que, si los obtuviera, procurará destinarlos al sustento de sus hijos, dos de los cuales ostentan la ciudadanía estadounidense, y el menor cuenta con ocho meses de edad.
La hija mayor, de 9 años, con lágrimas en los ojos, comentó que desea retornar a Colombia porque teme profundamente ser separada de su mamá.
Mientras aguardaba para abandonar su residencia en Estados Unidos, abrazaba un muñeco, y de su hombro pendía una bolsa con sus pertenencias preciadas y peluches.
“Tenía mucho temor, luego de que expulsaron a mi papá, no quería salir, prefiero irme para estar tranquila”, manifestó la pequeña.
El ICE les notificó que solo podían llevar consigo una maleta de 40 libras (18 kilos) por persona.
“Es complicado meter una vida en un equipaje, meter las aspiraciones”, reflexionó la madre.
En Arizona solo permanece la abuela de los pequeños, Iveth Rubio, quien aún gestiona su solicitud de asilo.
“Todo resultará satisfactoriamente”, le aseguraba Rubio a su nieta mayor mientras la estrechaba en un abrazo.
Antes de partir de Estados Unidos, la colombiana quiso hacer llegar un mensaje al mandatario Trump: “Me gustaría recordarle que él también procede de una estirpe de inmigrantes y que no todos los que migramos somos gente indeseable”.
Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.










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