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“Colson, renovarse o morir”: una joya del cine dominicano

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Recordamos que Juan José Bellapart ha sido y será el insuperable "colsoniano" por su afecto y su incomparable colección.

Los documentales sobre artistas plásticos dominicanos han ido mejorando, pero ninguno puede compararse a “Colson, renovarse o morir”, una primicia en el género, innovadora en todos sus aspectos, que merece ser vista y disfrutada más de una vez.

De nuevo, el Museo Bellapart desempeña un papel estelar, esta vez en la producción y mucho más. Recordamos que Juan José Bellapart ha sido y será el insuperable “colsoniano” por su afecto y su incomparable colección. La autora del guion y directora de la película es la joven Gina Giudicelli: más que prometedora, esta “ópera prima” suya es un lanzamiento seguro hacia el futuro.

Numerosos son los atractivos y la enseñanza de una filmación muy rica, que ha sabido investigar, analizar, sintetizar… y apasionar. Les dedicaremos un segundo texto.

Ahora, emprenderemos un breve recorrido biográfico de un artista dominicano sin igual. Esta maestría excepcional en un artista existe en muchos países, pero aquí la percibimos absoluta. “Colson; renovarse o morir” proyecta las interioridades, la creatividad, el itinerario descomunal para la época, de un genio “trashumante”, como se autocalificaba el propio Jaime Colson.

Así vivió Jaime Colson

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Jaime González Colson nació en (San Fernando de) Puerto Plata en 1901. Pronto usó el apellido de su madre, Colson, porque fue ella quien más despertó su afición por la pintura. En 1919, partió hacia España, donde inició sus estudios de arte en la Escuela de La Lonja en Barcelona, pasando luego a la prestigiosa San Fernando en Madrid.

Cinco años más tarde, se radicó en París, metrópolis artística sin igual en aquella época. Continuó estudiando, se integró a la bohemia de Montparnasse, y formó parte de sus movimientos renovadores, en particular el cubismo analítico y sintético. Después de viajar por Europa, se trasladó a México —donde llegó a ser profesor— y luego a La Habana, donde trabó amistad con Mario Carreño.

Regresó a París —Pablo Picasso vio y apreció su obra, se lo dijo—, pero el estallido de la Segunda Guerra Mundial en 1939 lo obligó a marcharse a Barcelona, donde tejió lazos intelectuales, dejó huellas importantes y ciertamente contribuyó a la modernización de la pintura catalana. Dibujaba, pintaba, hablaba con pasión, llevando al mismo tiempo una vida de trabajo e incontenibles libaciones. Apasionado y lleno de impulsos, participaba en colectivas y exponía individualmente.

Debemos mencionar, entre sus vínculos profundos y vitales, los sentimientos por su esposa Toyo Kurimoto/Yoo-San, entregada y generosa, colaboradora y muy buena artista también, compañera durante 20 años antes de que el vínculo culminara en matrimonio. Él sentía por ella sentimientos infinitos: agradecimiento, admiración, ternura. ¡Cuánto la apreciaba y necesitaba! Cansada de una verdadera abnegación, la admirable Yoo-San se alejó definitivamente en 1949, aunque Colson y ella siempre mantuvieron relaciones epistolares. La película muestra esta relación con hermosura y emoción: la caligrafía y las palabras de Colson —en francés— correspondían al esmero de su pintura.

En 1949, Jaime Colson volvió brevemente a París —que lo decepcionó— e iniciada la década del 50, emprendió el regreso a Santo Domingo, ingresando al cuerpo docente de la Escuela Nacional de Bellas Artes, de la cual fue director.

Se quedaría definitivamente en Santo Domingo, salvo dos estadías en Haití —país que lo marcó profundamente, a él y a su pintura— y en Venezuela, último viaje en el que le robaron sus cuadros. ¡Una desventura que ya le había sucedido varias veces! Habiendo cosechado varios premios nacionales, Colson expuso y siguió activo hasta 1973, sin que lo detuviera un cáncer atroz en la garganta. Falleció de neumonía en 1975.

También escritor admirable, fue el primer pintor dominicano en cultivar la poesía y la crítica. Sus “Memorias de un pintor trashumante” son una obra maestra.

Una mezcla de pasiones y de genio, de odio a la mediocridad, de éxitos y de sufrimiento existencial define el temperamento de Colson, definitivamente el pintor cimero del arte dominicano. Ni en arte moderno ni en arte contemporáneo nadie se le puede comparar. No cabe duda de que él hubiera merecido gozar de un mayor reconocimiento transcontinental y continental, incluso en el hemisferio americano.

Esperamos que la película, que lo “resucita” en su grandeza y complejidad, contribuya a rendir homenaje y justicia a Jaime Colson y a su legado.

Coda

“Colson: renovarse o morir” es el primer documental dominicano de largometraje. Si ciertamente nos ilustra, que es su propósito fundamental, sobrepasa con creces el género al que pertenece. Es representación y narrativa. Respetuoso y preciso acerca de lo real “colsoniano”, no obstante, introduce la ficción para comunicar la realidad con mayor eficacia. ¡Hasta los entrevistados parecen personajes, y los familiares juegan un papel esencial! Los enfoques de filmación se multiplican en Santo Domingo, casi al compás del movimiento geográfico de Jaime Colson. La pasión se nos comunica. En fin, es una joya del cine dominicano. (continuará). Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

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