Trujillo reaccionó de manera confusa tras recibir el primer disparo el 30 de mayo de 1961. Salió y comenzó a caminar rumbo a San Cristóbal, que sería su destino. Luego regresó y se colocó frente a las luces del carro, como si quisiera que desde el otro vehículo lo reconocieran.
“Se movía desorientado, parece que ese golpe le afectó mucho. Lucía aturdido. Le temblaban los labios, intentaba hablar, pero el impacto en la barbilla se lo impedía”.
Iluminado por el resplandor de las luces, “cayó al piso”.
En 1990, Jacinto Pichardo Vicioso recibió esos informes del capitán Zacarías de la Cruz, quien conducía el “Chevrolet Bel Air” del Generalísimo. Se conocieron porque ambos acudían al mismo taller de mecánica, “el de Velásquez”, que daba mantenimiento a los vehículos del tirano. Además, Zacarías tomó confianza en Pichardo por ser amigo de su hijo Carlos.
Jacinto también recibió información de esa noche de Benita Sepúlveda, “La Niña”, ama de llaves de Trujillo que esperaba a su “Jefe” en la Casa de Caoba, residencia campestre del gobernante. Ya “la señorita”, como la llamaban, vivía en la calle Máximo Grullón, explica.
“Un día, mientras esperaba que me despacharan una pieza en la ferretería ‘Beato’, en Villa Consuelo, caminé y preguntando llegué a su vivienda. Era una familia amorosa, y así me recibieron. La llevé a la Casa de Caoba. La visité con frecuencia y me contó muchas anécdotas”, relata el profesional, quien es director ejecutivo del Patronato de esa histórica mansión en la que una hermosa dama esperaba al “Benefactor y Padre de la Patria Nueva”.
Además, refiere particularidades de Trujillo ofrecidas por su amigo el doctor Abel González Massenet.
Versión de Zacarías. “Dice Zacarías que cuando vio ese automóvil que venía detrás, le dio paso. El carro adelantó y le disparó al de Trujillo. En el primer retorno, intentó devolverse con destino a la Ciudad Ganadera, donde había un destacamento, pero al intentar doblar, observó que Trujillo había abierto la puerta y tenía un pie afuera”, relata Pichardo Vicioso, basándose en las descripciones que le ofreció De la Cruz.
Zacarías “recibió 14 balazos y uno de ellos lo aturdió momentáneamente. Sin embargo, me narró que lo escuchó todo. Oyó conversaciones”.
Cuando los conjurados se retiraron, añade, “caminó hasta la carretera Sánchez (Prolongación de la avenida Independencia), consiguió que lo transportaran al Hospital Militar donde lo recibió el doctor Abel González”.
“Abelito fue el único a quien le describió lo sucedido, ni el director del centro de salud podía tener conocimiento del hecho”, afirma.
Zacarías de la Cruz fue condecorado como héroe cuando aún quedaban los remanentes del Trujillato.
No tenía cáncer. Abel González Massenet era el médico de Trujillo, afirma Jacinto Pichardo. “Me lo describió como paciente: era muy obediente. Se dejó hacer el tacto rectal y seguía las indicaciones”.
“No tenía ninguna enfermedad terminal, era muy sano porque era cuidadoso. No es verdad que tuviera cáncer de próstata, como decían, Abelito me confesó que no sufría de nada, a la edad de 69 años”.
Jacinto Pichardo se animó a ofrecer estas declaraciones para esclarecer afirmaciones repetidas sobre el tiranicidio que considera erróneas. Sus padres eran antitrujillistas, confiesa; su madre escuchaba secretamente a Radio Habana y le contaba la crueldad del dictador. “Se indignó bastante en 1959 por el exterminio de los expedicionarios. Entonces fue cuando todos los jóvenes comenzamos a conspirar, mi casa era centro de conspiración”. Manifiesta que repartía panfletos y periódicos clandestinos que le entregaban Antinoe Fiallo y Ángel Severo Cabral.
“Yo, como niño, pasaba desapercibido”. Fue, además, el combatiente más joven de la Revolución de Abril.
“La Niña”. “Yo fui quien descubrió a Benita Sepúlveda, ‘La Niña’. Me dio un dato inédito”, afirma Pichardo. “La noche del 30 de mayo, ella se quedó esperando a Trujillo. Le había anunciado que iba. Me contó que estuvo llamando con insistencia Pupo Román. Y le preguntaba: ‘¿Llegó el Jefe?'”.
Se refiere al general José René Román Fernández, secretario de Estado de las Fuerzas Armadas, quien formaba parte del complot. Fue torturado y asesinado. Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.
Chofer del tirano Trujillo había recibido condecoración

Trujillo reaccionó de manera confusa tras recibir el primer disparo el 30 de mayo de 1961.







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