Salud

El costo mortal del silencio masculino: lo que la urología nos está revelando

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Necesitamos comunicarnos más, educar mejor y desmentir la creencia de que el urólogo solo se visita cuando el problema es grave.

Necesitamos comunicarnos más, educar mejor y desmentir la creencia de que el urólogo solo se visita cuando el problema es grave. La verdadera fortaleza del hombre no reside en callar, sino en prevenir.

Culturalmente, el hombre fue educado para resistir, aguantar y callar. Desde temprana edad se le enseñó que el dolor no se expresa, que la enfermedad se soporta y que pedir ayuda es señal de debilidad.

Esta conducta, profundamente arraigada en nuestra sociedad, hoy cobra un precio demasiado alto: diagnósticos tardíos, enfermedades avanzadas y muertes evitables. La urología lo confirma a diario.

La mayoría de las enfermedades urológicas comienzan de forma silenciosa. El cáncer de próstata, por ejemplo, puede desarrollarse durante años sin presentar síntomas. Cuando finalmente se manifiesta, muchas veces ya no ofrece opciones curativas. Paradójicamente, detectado a tiempo, tiene tasas de curación superiores al 90 %. El enemigo no es la enfermedad; el enemigo es el silencio.

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Los síntomas urinarios —chorro débil, esfuerzo para orinar, levantarse varias veces en la noche, ardor o urgencia— son frecuentemente minimizados por el hombre.

“Eso es normal por la edad”, se repite, sin saber que hoy existen tratamientos modernos, seguros y mínimamente invasivos que permiten resolver estos problemas sin afectar la calidad de vida ni la sexualidad. Vivir incómodo no es normal; simplemente se ha normalizado el sufrimiento.

La disfunción eréctil, otro tema rodeado de vergüenza, rara vez es solo un problema sexual. En muchos casos representa el primer aviso de enfermedades más graves como diabetes, hipertensión o afecciones cardiovasculares.

El pene no es un órgano aislado; es un reflejo de la salud general. Ignorar esa señal puede costar mucho más que una relación íntima. El silencio también tiene consecuencias emocionales.

El hombre enfermo suele aislarse, pierde autoestima, se deprime y su entorno familiar paga las consecuencias. La salud masculina no solo afecta al individuo; impacta directamente a la pareja, los hijos y la productividad social. Prevenir, diagnosticar y tratar a tiempo es una inversión humana y económica.

La urología moderna ha avanzado de forma extraordinaria. Hoy contamos con métodos diagnósticos precisos, cirugías mínimamente invasivas, terapias focales y tratamientos personalizados que permiten curar o controlar enfermedades con menos dolor y rápida recuperación. Sin embargo, toda esta tecnología es inútil si el paciente llega tarde.

En República Dominicana existen urólogos altamente capacitados y centros con tecnología comparable a la de países de primer nivel. Lo que aún falta no es conocimiento ni equipos; falta conciencia.

Necesitamos comunicarnos más, educar mejor y desmentir la creencia de que el urólogo solo se visita cuando el problema es grave. La verdadera fortaleza del hombre no reside en callar, sino en prevenir.

Escuchar al cuerpo, consultar a tiempo y hablar sin miedo puede marcar la diferencia entre vivir bien o pagar el costo mortal del silencio. Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

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