MADRID 11 Dic. (EUROPA PRESS) –
En muchos hogares, los ambientadores comerciales no terminan de convencer: algunos resultan demasiado intensos, otros se consumen rápidamente y muchos dejan un aroma artificial que no siempre es adecuado. Una alternativa sencilla y accesible es aprovechar ingredientes que ya tenemos en la cocina. Entre ellos, destaca una mezcla que funciona especialmente bien en los meses fríos: cáscaras de mandarina hervidas con canela.
El truco es simple y práctico. Al calentar estos dos ingredientes a fuego lento, la mezcla desprende un aroma cálido y afrutado que ayuda a refrescar el ambiente de forma natural. Solo se necesitan unos minutos para perfumar la cocina, el salón o cualquier estancia donde se acumulen los olores del día a día.
Las cáscaras de mandarina liberan aceites esenciales con un olor fresco y ligeramente dulce al contacto con el calor. La canela, por su parte, aporta un toque especiado que intensifica la sensación de calidez en el ambiente. Juntas, crean una fragancia suave y agradable sin necesidad de recurrir a productos químicos ni perfumes sintéticos.
Además, esta opción permite aprovechar restos de fruta que normalmente acabarían en la basura, convirtiéndose en una alternativa económica y práctica para el día a día.
La elaboración es sencilla. Solo necesitas:
La cáscara de una o dos mandarinas Un litro de agua Una o dos ramas de canela
Coloca todos los ingredientes en un cazo, caliéntalo a fuego suave y déjalo hervir durante unos 10 o 15 minutos sin tapar. El vapor aromatiza la estancia de forma progresiva, especialmente si mantienes algunas puertas abiertas para facilitar la circulación del aire. Puedes dejarlo a fuego mínimo más tiempo para prolongar el efecto.
Cuando la mezcla se enfríe, es posible colarla y utilizar el líquido como ambientador casero en un pulverizador.
Este preparado no solo sirve para perfumar estancias de forma inmediata. También puede emplearse para refrescar textiles del hogar —cortinas, cojines o alfombras— con una pulverización ligera, siempre evitando empapar los tejidos. Resulta útil después de cocinar alimentos muy olorosos o simplemente para añadir un toque acogedor en reuniones, comidas o tardes de invierno. Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.








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