La penitenciaría fue construida con una inversión de RD$915,000.00 e inaugurada el 16 de agosto de 1952 por el régimen de Trujillo.
La Penitenciaría Nacional de La Victoria, inaugurada en 1952 como un símbolo de la “modernización” del régimen de Rafael Leónidas Trujillo, cierra sus puertas tras décadas de sobrepoblación, tragedias y corrupción, consolidando su reputación como el epítome de la crisis carcelaria dominicana.
Originalmente concebida como un centro de reclusión bajo los estándares de la época, La Victoria se transformó de una promesa de avance social a ser tristemente conocida como un “cementerio de hombres vivos”, lo que llevó a su desmantelamiento y a la transferencia de sus internos al nuevo Centro de Corrección y Rehabilitación Las Parras.
La penitenciaría fue construida con una inversión de RD$915,000.00 e inaugurada el 16 de agosto de 1952 por el régimen de Trujillo.
Su propósito era mostrar a organismos internacionales, especialmente a la Comisión de los Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos (OEA), un supuesto cambio en la política de derechos humanos en el país.
Promovida ante la opinión pública como un “nuevo paso de avance en las conquistas sociales”, la realidad del penal se desvió drásticamente de su diseño original.
La capacidad inicial de La Victoria fue ampliamente superada. A lo largo de los años, llegó a albergar cerca de 9,000 internos, excediendo sus 2,000 plazas en un margen extremo. Este hacinamiento catastrófico fue la raíz del deterioro inhumano:
Falta de higiene, deficiencias en los servicios básicos y condiciones insalubres.
La ausencia de un control efectivo por parte de las autoridades generó un sistema informal de autogobierno corrupto, que dio paso a mafias, extorsiones y al tráfico de drogas y armas.
La historia de La Victoria está marcada por una cadena de crisis evitables, que desataron el clamor constante de organismos de derechos humanos por su cierre.
El hacinamiento permanente fue caldo de cultivo para brotes de enfermedades. En 2011, un sospechoso brote de cólera obligó al aislamiento de reclusos, y en 2015 se reportó un brote diarreico masivo debido a agua contaminada.
La infraestructura era vulnerable a fenómenos naturales, requiriendo la evacuación de centenares de reos por inundaciones durante las tormentas Noel (2007) e Isaac (2012).
La crisis del Covid-19 en 2020 causó la muerte de siete detenidos y la infección de cientos, lo que además provocó un violento motín interno.
El evento más reciente y decisivo ocurrió el 19 de marzo de 2024, cuando un cortocircuito provocó un trágico incendio que dejó un saldo de 13 privados de libertad muertos y decenas de heridos. Este siniestro precipitó la decisión de acelerar el traslado de 1,800 reos y, finalmente, el cierre técnico de la penitenciaría.
La corrupción y la actividad criminal se incrustaron en todos los niveles. Denuncias públicas, como la del actual director general de Servicios Penitenciarios y Correccionales, Roberto Santana, en 2022, indican que el jefe de seguridad del penal llegó a recibir hasta siete millones de pesos a la semana por permitir actividades prohibidas.
En los operativos de rutina, se “descubrían” regularmente grandes cantidades de armas, drogas, celulares y la operación de negocios informales como bancas de apuestas y colmados, evidenciando que el penal se había convertido en un centro de operaciones criminales dirigido desde su interior. Incluso se reportó en 2006 cómo agentes policiales y un coronel facilitaron la salida de un recluso para compartir tragos en una plaza comercial.
A lo largo de su historia, especialmente durante la dictadura de Trujillo y los regímenes de Balaguer, La Victoria se consolidó como un ícono de la represión política.
Por sus celdas pasaron figuras emblemáticas de la oposición, estudiantes y activistas, incluyendo a las hermanas Mirabal.
Miembros del Movimiento 14 de Junio, líderes como Rafael “Fafa” Taveras, quien estuvo recluido en tres ocasiones, una de ellas durante cinco años en condiciones de aislamiento extremo.
Taveras recuerda que pasó un período en solitario, desnudo, durmiendo en el suelo y con alimentación de muy mala calidad. Historias como la suya marcaron la reputación del penal.
También estuvieron presos Manolo Tavárez Justo, José Israel Cuello, Sully Martínez Bonnelly, Eugenio Perdomo, René del Risco Bermúdez, Manolito Baquero, Leandro Guzmán, Platón Valdez, así como Roberto Santana. Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.









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