Para algunas escuelas espirituales, el solsticio de invierno posee un profundo simbolismo de renovación. En sus logias, suelen llevar a cabo reflexiones sobre el trabajo interior, la búsqueda de la sabiduría y el compromiso con el desarrollo ético.
La segunda mitad de diciembre trae uno de los momentos más significativos del calendario astronómico y espiritual: el Solsticio de Invierno, que este año ocurre el 21 de diciembre. Este evento se celebra con expectativas renovadas mediante la tradicional “Noche de las Peticiones”, cuando escribimos al Ángel de la Navidad nuestros anhelos.
En la bóveda celeste, el Sol entra en el signo de Capricornio. Diversos grupos espirituales y religiosos interpretan el solsticio desde perspectivas muy particulares, enriqueciendo la experiencia colectiva y personal.
El solsticio de invierno marca el instante en que el hemisferio norte vive la noche más larga y el día más corto del año. Astronómicamente, sucede cuando el Sol alcanza su posición más baja en el cielo, antes de comenzar su ascenso paulatino.
Simbólicamente, representa la muerte y el renacer de la luz, un punto de inflexión donde la oscuridad empieza a ceder terreno a la claridad. En muchas culturas, este cambio es considerado una oportunidad para reflexionar sobre lo vivido y prepararse para un nuevo ciclo.
El signo de Capricornio, en astrología, simboliza la materialización; es un signo de elemento tierra y cardinal, lo que, además de un liderazgo natural, le confiere grandes ambiciones y disciplina para realizar un trabajo constante y alcanzar la cima, cumpliendo sus sueños.
Capricornio, regido por Saturno, invita a la estructura, el esfuerzo y la consolidación de objetivos. Es un momento ideal para sembrar semillas de intención y trabajar hacia metas materiales y espirituales en el año venidero.
Los metafísicos consideran el solsticio como un portal energético. Los rituales metafísicos suelen incluir meditaciones, visualizaciones y afirmaciones enfocadas en la transformación personal. La Noche de las Peticiones se percibe como un momento de conexión con el universo, donde el poder de la intención se potencia gracias al cambio de ciclo cósmico.
Para algunas escuelas espirituales, el solsticio de invierno tiene un fuerte simbolismo de renovación. En sus logias, acostumbran a realizar reflexiones sobre el trabajo interior, la búsqueda de la sabiduría y el compromiso con el desarrollo ético.
Otras tradiciones ven el solsticio como una ocasión para la renovación espiritual. En sus prácticas destacan la importancia de la meditación grupal y la alineación con las energías universales. El ciclo que inicia se interpreta como una oportunidad para dejar atrás las limitaciones y abrirse a nuevas posibilidades de evolución.
El Solsticio de Invierno, junto con la Noche de las Peticiones y la entrada del Sol en Capricornio, representa una ocasión única para la renovación interior y colectiva en Santo Domingo. Las distintas perspectivas — metafísica, masónica, rosacruz y eclesiástica — convergen en la idea de aprovechar el cambio de ciclo para reflexionar, pedir, crecer y agradecer.
Más allá de creencias específicas, el solsticio invita a valorar la diversidad de enfoques y a encontrar, en la oscuridad del invierno, la semilla de una nueva luz.
Ritual de las peticiones:
En un ambiente sereno, con velas e incienso, en soledad o en grupo afín, cada persona escribe 21 peticiones, como regalos del cielo, sin apego ni metas materiales; 7 de ellas personales. Luego, se queman las hojas en un recipiente, simbolizando la entrega y el desapego, y se concluye con gratitud y armonía grupal, abriendo espacio a la renovación interior. Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.









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