MADRID 17 Dic. (EUROPA PRESS) –
Durante años, las regletas han desempeñado una función tan necesaria como ingrata: multiplicar enchufes y ocultarse lo mejor posible detrás del sofá, bajo la mesa o junto al mueble de la televisión. Han sido prácticas, sí, pero también voluminosas, poco estéticas y difíciles de integrar en espacios cada vez más cuidados visualmente.
En un momento en que el diseño del hogar presta atención incluso a los pequeños detalles, el enchufe comienza a dejar de ser un elemento que se oculta para convertirse en un objeto pensado para estar a la vista.
El problema de las regletas tradicionales no radica solo en su forma alargada o su tamaño, sino también en el enredo de cables que suelen generar alrededor, especialmente en zonas como el escritorio, la mesilla de noche o el salón, donde se concentran móviles, lámparas, ordenadores, altavoces y cargadores.
Durante mucho tiempo, la solución ha sido esconderlas: detrás de un mueble, dentro de una caja o bajo la mesa. Pero a medida que aumenta el número de dispositivos eléctricos en casa, ese método empieza a quedarse corto.
En los últimos años han comenzado a aparecer enchufes múltiples diseñados no solo desde la funcionalidad, sino también desde la estética. Frente a la regleta plana y alargada, estas nuevas propuestas apuestan por formatos compactos —cubos, torres o bloques— que concentran varias tomas de corriente y puertos USB en un solo punto.
La idea es sencilla: reducir el desorden visual, acortar los recorridos de cable y permitir que el enchufe pueda colocarse sobre una mesa, una estantería o un escritorio sin romper la estética del espacio. Algunos modelos incorporan incluso sistemas de fijación magnética o soportes discretos para mantenerlos en su lugar sin necesidad de ocultarlos.
Uno de los ejemplos más conocidos de esta tendencia es el enchufe de diseño escandinavo Avolt, que combina varias tomas de corriente con puertos USB integrados y un formato cúbico compacto. No son los únicos en el mercado, pero ilustran bien el cambio de enfoque: el enchufe deja de ser un accesorio puramente técnico para convertirse en parte del interior.
Estos nuevos diseños no pretenden sustituir a todas las regletas ni resolver cualquier necesidad eléctrica del hogar. Están pensados, sobre todo, para espacios donde se cargan dispositivos a diario: escritorios, mesillas, zonas de trabajo o rincones tecnológicos del salón.
La presencia de puertos USB integrados reduce la necesidad de adaptadores y cargadores sueltos, mientras que el formato compacto ayuda a concentrar cables y evitar que se extiendan por toda la superficie. En ese sentido, responden más a los hábitos actuales de uso que a una revolución eléctrica.
Este tipo de enchufes encaja especialmente bien en viviendas donde el orden visual es una prioridad y donde la carga de dispositivos pequeños es constante, ofreciendo una alternativa más cuidada para ciertos espacios concretos.
En lugar de esconderlos, la propuesta es integrarlos. Y ese cambio, aunque parezca menor, dice mucho sobre cómo han evolucionado nuestras casas y la cantidad de cables que hoy conviven en ellas. Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.









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