Hace cinco años, el presidente Luis Abinader inició su mandato prometiendo reformas profundas, comenzando por el sector eléctrico, eliminando la CDEEE y transfiriendo el control del sector al Ministerio de Energía y Minas. El resultado ha sido un aumento de las pérdidas técnicas, que pasaron del 29% en 2019 al 41% en 2024, incrementando el déficit mensual a más de RD$ 106 mil millones, cuando en 2020 apenas alcanzaba RD$ 34 mil millones. Han regresado los apagones residenciales, comerciales e industriales, y la tarifa ha subido a pesar de los bajos precios del petróleo, incluyendo un apagón general en noviembre pasado: un fracaso total.
Procedió con efecto inmediato a suprimir la OISOE, trasladándola junto a varias dependencias del Ministerio de Obras Públicas y algunas dispersas como el INVI, al nuevo Ministerio de la Vivienda y Edificaciones. Creó más burocracia sin aportar eficiencia; allí todo se detiene en el tiempo como una mala película.
De igual forma, fusionó el Ministerio de Planificación y Economía con el Ministerio de Hacienda, sin lograr resultados, salvo aumentar la nómina, pues el Estado tenía en 2020, 651,312 empleados y ahora cuenta con 777,525: otra promesa incumplida, la de reducir la nómina pública, que aumentó en 126,213 empleados, un 19.4%.
La Educación, que inicialmente logró sortear el desafío del Covid-19 con el triste ministro Ángel Hernández, se sumergió en un desastre de tal magnitud que pasamos de tener aulas a iniciar el año escolar en furgones y bajo árboles, eliminando la tanda extendida y observando con tristeza cómo el analfabetismo subió de un 5% en 2019 a más de un 6%, a pesar de invertir el 4% del PIB: todo un desastre.
La Seguridad Social, iniciada en 2001 por Hipólito Mejía y mejorada durante cuatro periodos del PLD con Leonel y Danilo, colapsó con SENASA, no solo por el supuesto desfalco, sino por la inclusión política de más de 2 millones de personas sin aportar las partidas presupuestarias. Aún falta el quiebre de media docena de ARS, si se aplica la Resolución No. 624-02 del CNSS dictada en noviembre: sería la muerte del sistema.
En Agricultura se afirmó que el PLD había dejado el país sin sembrar, razón por la que no había plátanos y debíamos esperar siete meses por la cosecha; cinco años después, seguimos sin plátanos y ahora tampoco hay guineos ni huevos, situación que se traduce en altos precios. Lo mismo ocurre en San Juan con las habichuelas, cuya roturación de tierras y semillas no han sido pagadas por el Gobierno en los últimos tres años: un deterioro increíble.
Se habló de reformar el mercado de hidrocarburos y, gracias a Dios que estaba bien, porque no se ha hecho nada, igual que en el sector de las aguas. Empeoró el servicio de entrega de pasaportes, el 911 y las emergencias en las carreteras, y hasta el Metro, motivo de orgullo por su eficiencia, colapsó.
Prometió una ventanilla única para asegurar la adecuada celeridad a la inversión y, salvo en los anuncios de prensa, la situación ha empeorado, no solo por la burocracia estatal, que ahora incluye problemas en las Cámaras de Comercio y Producción —que no es su culpa— sino especialmente en la DGII, el MIC, el MIVIE y, sobre todo, en la banca, donde abrir una cuenta para un comercio o industria toma meses y, en ocasiones, nunca responden: retrocedimos a la edad de piedra.
Desde 2012 atacó la política de endeudamiento del Gobierno prometiendo revertirla y, en cinco años, ha llevado la deuda externa a niveles eternos, acumulando una cantidad mayor que la de todos los presidentes juntos: USD 81,000 millones al cierre del año, haciéndola insostenible, pues destinamos RD$ 28.00 de cada RD$ 100.00 al pago de intereses y, como consecuencia, la tasa de cambio alcanzó el récord histórico de RD$ 64.70: una locura que pagaremos carísima durante décadas.
Segunda Ola de Reformas
En el desarrollo de su segunda ola de reformas, el presidente Abinader impuso —porque dispone de mayorías en ambas cámaras— un nuevo Código Laboral, reformó la Constitución —sin resultados— y, recientemente, un nuevo Código Procesal Penal que el presidente del Senado anunció al día siguiente de su promulgación que debe ser modificado por contener errores: las leyes aprobadas en los últimos cinco años son el mejor ejemplo de incompetencia inadmisible, pues casi todas presentan errores graves.
Ahora se plantea, para terminar de destruir el sistema educativo, trasladar el Ministerio de Educación Superior al colapsado Ministerio de Educación, llevado a una crisis extrema por MIYAGI y que no parece que pueda ser recuperado por su actual ministro Decamps: siguen cavando —más profundamente— la fosa del país.
Otros problemas, como la delincuencia, han empeorado; igual el tema haitiano, aunque no resuelto, estaba contenido en medio de las crisis de ese país. Desde 2023, por el uso electoral del mismo y a raíz de la metida de pata en el Canal de la Vigía, se desató una crisis caliente de anti dominicanismo que afectó el comercio y tardaremos años en resolver. No es necesario hablar del servicio exterior, pues casi no existe o, peor aún, nosotros no existimos, luego de haber ocupado un lugar destacado en la región.
El presidente Abinader, montado en la ola de la Marcha Verde, muy contraria al PLD, con varios de sus promotores en su Gobierno, dispuso investigaciones administrativas a cargo de sus dirigentes para iniciar una lawfare contra Danilo Medina, arrinconado, y una organización acobardada, con el objetivo de disolver el 36% que habían obtenido en 2020 de cara al siguiente torneo en 2024, y lo logró plenamente; fue un acierto en la guerra por el poder: usó los poderes públicos para la guerra política.
Pero el tiempo pasó y, este año que termina, con la actividad económica degradada a apenas un 2.5% de crecimiento del PIB y con los servicios públicos muy deteriorados, creando una situación que ya no puede ser enfrentada con el clientelismo de los “bonos”, pues la ineficacia y opacidad en su distribución hace que estos se queden en la militancia del PRM y, en ocasiones, ni siquiera lleguen a esta, quedándose en los bolsillos de los dirigentes. De enero a diciembre ocurrió algo: surgió renovado Leonel, una realidad que la publicidad gubernamental no puede ocultar.
Desde su posición de opositor, denunció el uso político de la afiliación en SENASA, práctica que, según advirtió, conducía a la quiebra. La intención de Leonel tenía dos aspectos: primero, evitar el quiebre de la institución responsable de la asistencia social en salud pública para los pobres; y segundo, que el Gobierno no quebrara, para cubrir la brecha de SENASA al sistema de las ARS, que han funcionado con cierta solidez financiera. No habló del fraude, quizás ni siquiera lo sabía.
El colapso inevitable
El escándalo de SENASA representa para el presidente Abinader y el PRM algo similar al juicio de Salvador Jorge Blanco en 1988 para el PRD —histórico—, al BANINTER en 2003 para Hipólito o a Odebrecht en 2017 para Danilo y el PLD: insalvable. Puede anular cualquier posibilidad electoral del PRM para 2028. Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.








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