“Avatar: fuego y cenizas” es una película de James Cameron que representa, en cierto sentido, la tercera entrega de su saga ambientada en el mundo de Pandora y sus alienígenas azules, iniciada con Avatar (2009).
Al parecer, resulta tan insustancial como Avatar: el camino del agua (2022). Con una duración superior a tres horas y cuarto, salgo de la sala con una extraña sensación de apatía que me lleva a cuestionar cómo Cameron pretende expandir su paraíso ecológico, pues, francamente, me parece una secuela aburrida y excesivamente larga, que naufraga en un espectáculo repetitivo de pirotecnia, conflictos familiares y batallas tribales, acompañado de una pretenciosa exhibición de efectos visuales que me distraen demasiado al correr a 48 fps por tierra, mar y aire en 3D.
La trama sigue a Jake Sully y Neytiri enfrentando el duelo por la muerte de su hijo Neteyam, durante su estancia en territorio del clan Metkayina, mientras lidian con la amenaza del Pueblo de las Cenizas, un clan Na’vi agresivo y volcánico liderado por la implacable Varang, quien se alía con las milicias humanas del coronel Quaritch; paralelamente, Quaritch regresa en su forma de avatar, obsesionado con vengarse y reconciliarse con su hijo humano, Spider.
En términos generales, la narrativa adopta una estructura similar a la de la entrega anterior, mostrando los dilemas éticos y morales de la familia Na’vi de Sully en una circularidad de conflictos combinados, basados en las fórmulas genéricas de la aventura, la ciencia ficción y la épica fantástica.
El problema fundamental, sin embargo, es que el guion de Cameron no se esfuerza por sacar a los personajes de una inercia de situaciones predecibles que, por lo general, se reducen a subtramas construidas sobre facilismos y diálogos vacíos, sin aportar profundidad a las acciones superficiales que se sustentan en sus motivaciones.
En este sentido, no me queda más que permanecer apático ante la misión de Jake para proteger a las tribus y evitar que en el futuro los humanos colonicen por completo el planeta; los prejuicios de Neytiri al saber que la presencia de Spider es la causa de la desgracia de su pueblo; la villanía de Varang como líder agresiva de un pueblo endurecido por un ciclo de violencia; y la misión de Quaritch para recuperar a Spider y someterlo a experimentos científicos, ya que contiene la clave para que los humanos puedan respirar en el planeta.
Hay familias en peligro, huidas hacia otros biomas, alianzas frágiles y las típicas batallas con explosiones masivas.
Pero las secuencias de acción carecen casi por completo de gancho porque, entre otras razones, todo permanece estancado en la circularidad de exposiciones centradas en las conversaciones entre Jake y Neytiri junto a sus hijos —Lo’ak, Kiri, Tuk— adolescentes que desafían la autoridad patriarcal para evitar la expulsión del humano adoptado.
Para colmo, la villana es un personaje unidimensional que solo cumple con el arquetipo de jefa malvada e impulsiva.
Las actuaciones con captura de movimiento de los actores, al menos, muestran una gestualidad y destreza física decentes en algunas escenas, destacándose casi siempre Sam Worthington, Oona Chaplin, Sigourney Weaver y, sobre todo, Stephen Lang.
Como es habitual, Cameron los enmarca en una puesta en escena que renderiza con CGI a las criaturas y los paisajes de Pandora, que en ocasiones evocan el misticismo panteísta de la diosa de la naturaleza, aunque ahora los efectos especiales se vuelven algo tediosos debido a la torpe decisión de ejecutar la película a una alta tasa de fotogramas por segundo, lo que hace que todo parezca un videojuego frío y artificial. La canción original Dream as One, de Miley Cyrus, al menos, calma mis oídos en medio de tanto ruido.
Lo demás, por desgracia, me parece el síntoma de una franquicia agotada, es decir, un espectáculo de puro humo sobre extraterrestres aborígenes de piel azul y sermones ecológicos con aroma a new age.
Reparto: Sam Worthington, Zoe Saldaña, Stephen Lang, Sigourney Weaver, Oona Chaplin, Cliff Curtis, Kate Winslet, Giovanni Ribisi, David Thewlis Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.
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