La farmacéutica y directora de I+D+i de HD Cosmetic Efficiency, Regina Pallás, describe este impacto emergente como una prioridad para la investigación inmediata, destinada a convertirse en un eje central de la cosmética del futuro, en la que ciertos compuestos y gestos de cuidado diario serán claves para frenar su avance.
La vida diaria transcurre rodeada de pantallas y entornos hiperconectados que han transformado la rutina en una convivencia constante con dispositivos electrónicos. Hace una década, el envejecimiento digital apenas figuraba en el vocabulario dermatológico, pero hoy es uno de los problemas cutáneos más comunes.
La farmacéutica y directora de I+D+i de HD Cosmetic Efficiency, Regina Pallás, describe este impacto emergente como una prioridad para la investigación inmediata, destinada a convertirse en un eje central de la cosmética del futuro, en la que ciertos compuestos y gestos de cuidado diario serán claves para frenar su avance.
Una radiación con mayor capacidad de penetración que la UVB.
El envejecimiento digital se define como el conjunto de alteraciones cutáneas derivadas de la exposición continuada a la luz azul —o radiación HEV— emitida por pantallas como teléfonos móviles, ordenadores y tabletas. También incluye la contaminación digital asociada al estilo de vida tecnológico.
Según Pallás, esta radiación tiene una capacidad de penetración superior a la UVB y provoca una cascada de efectos perjudiciales: estrés oxidativo, inflamación y deterioro de fibras clave como el colágeno y la elastina. Los resultados se manifiestan en manchas, pérdida de luminosidad y signos de fatiga que se instalan de forma progresiva.
Aunque este fenómeno comenzó a describirse hace algunos años, la experta señala un punto de inflexión claro: “Desde 2017-2018 y especialmente tras la pandemia, se ha convertido en un fenómeno claramente identificado en dermatología e I+D cosmética”.
Las largas jornadas frente a pantallas durante el confinamiento aceleraron su reconocimiento científico y situaron la luz azul como un factor externo de impacto comparable al daño provocado por la radiación UV tradicional.
Más que una edad concreta, un nivel de exposición.
No existe una edad específica a partir de la cual comienza este proceso. Lo determinante es el aumento de horas de exposición. No obstante, Pallás explica que los primeros indicios se observan cada vez más temprano.
“Actualmente, los primeros signos pueden detectarse a partir de los 20-25 años, especialmente en pieles que pasan muchas horas frente a pantallas y tienen tendencia a la deshidratación o a la pigmentación”. Las generaciones que han crecido con dispositivos desde la adolescencia se convierten así en las primeras en experimentar un envejecimiento condicionado por hábitos digitales.
Prevenir es mejor que curar.
Detectarlo requiere observar con atención las modificaciones cutáneas tras las jornadas de trabajo o estudio. La experta resume los principales indicadores: tono apagado, deshidratación persistente, pigmentación irregular y síntomas asociados a la fatiga digital. Todos ellos responden al estrés oxidativo desencadenado por la radiación HEV, un proceso que altera la función barrera, favorece la inflamación y reduce la energía celular.
Ante esta realidad, la prevención se vuelve fundamental. Pallás insiste en una estrategia combinada que comienza con la reducción de la exposición siempre que sea posible, la activación de filtros específicos en los dispositivos y la incorporación de pausas visuales periódicas.
A estas medidas se suma una recomendación esencial: el uso diario de antioxidantes y fotoprotectores que protejan no solo contra la radiación UV, sino también frente a la luz visible y la HEV. El objetivo es frenar la formación de radicales libres, reforzar las defensas cutáneas y evitar la oxidación acelerada.
Entre las medidas complementarias que pueden integrarse en la rutina diaria, Pallás destaca elementos sencillos pero efectivos: gafas con filtro para minimizar la luz azul directa, regulación del brillo de pantallas, iluminación adecuada del entorno de trabajo y una dieta rica en antioxidantes que actúe como escudo interno.
En el ámbito cosmético, la búsqueda de fórmulas efectivas requiere combinar tecnologías protectoras y activos que fortalezcan la hidratación profunda. “Es importante buscar protección frente a la luz azul, antioxidantes de amplio espectro y activos hidratantes que refuercen la barrera cutánea”, señala la directora de I+D+i.
Así será en el futuro.
De cara al futuro, la experta no duda de la trascendencia que este fenómeno tendrá en la belleza. La exposición digital es ya un hábito inseparable de la vida contemporánea y seguirá en aumento. “El impacto de la luz HEV y del estilo de vida tecnológico será tan relevante como la radiación UV en las próximas décadas”, afirma.
La industria cosmética avanza hacia fórmulas de protección integral y soluciones diseñadas para combatir específicamente la deshidratación digital y la fatiga cutánea. Es un campo de innovación que, según Pallás, “ha llegado para quedarse”.
En este contexto, la empresa puede presumir de haber sido de las primeras en formular productos específicos para combatir este problema. Blumoist Aqua Gel es una de las propuestas desarrolladas para responder a estas nuevas necesidades de la piel.
Su formulación actúa en tres niveles de hidratación gracias a la combinación de ácido hialurónico de dos pesos moleculares, un precursor del ácido hialurónico cutáneo y agua polarizada. Este enfoque multiplica la retención hídrica y favorece la recuperación de la flexibilidad y la suavidad.
Además, incorpora un filtro biológico encargado de proteger frente a la luz emitida por dispositivos electrónicos, reforzando la barrera natural contra la radiación HEV. Sus propiedades antioxidantes y descongestionantes provienen de la Olea europaea, un activo que mitiga la inflamación asociada al estrés digital.
El producto integra también tecnologías específicas como el Complejo Hidratante 72, que garantiza la hidratación y evita la pérdida de agua transepidérmica durante 72 horas. A ello se suma la Ceratonia siliqua, capaz de estimular los canales de agua de la piel y potenciar la hidratación desde el interior.
El envejecimiento digital resume los efectos de un estilo de vida en el que la piel nunca descansa del contacto con pantallas. La identificación temprana, la prevención y la investigación cosmética avanzada se presentan como las herramientas más eficaces para contener un fenómeno que crece al mismo ritmo que el desarrollo tecnológico.
En los próximos años, la protección frente a la luz azul será tan cotidiana como la fotoprotección frente a la radiación solar, consolidándose como una pieza imprescindible del cuidado diario. Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.









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