Madrid.- Búsquedas del tesoro en las Dunas de Maspalomas, baños en pleno Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido o en lagunas glaciales que han sido previamente abiertas con piedras o hachas. Todo ello con el fin de compartirlo en redes sociales a cambio de unos cuantos “me gusta”.
Los creadores de contenido han encontrado en la naturaleza un escenario idílico para sus publicaciones, especialmente en Instagram o TikTok, aunque en ocasiones estas acciones contravengan la conservación del medio ambiente e incluso la legislación vigente.
El más reciente caso es el del influencer Alfonso Santaella, quien ha sido denunciado en seis ocasiones por la Guardia Civil por actividades ilegales en el Parque Regional de la Sierra de Gredos, un área de gran valor ecológico que alberga especies especialmente sensibles a la actividad humana, como el águila real, el buitre leonado o la cabra montés, entre otras.
La Guardia Civil denuncia a un influencer por actividades prohibidas en zonas de gran valor ecológico en la Sierra de Gredos
En ese lugar, el creador de contenido, que cuenta con más de 430.000 seguidores en Instagram, se bañó en lagunas glaciares, acampó y voló un dron sin autorización en áreas de especial protección, además de realizar acciones que pueden alterar “el normal comportamiento de especies en el Parque”, según la Guardia Civil.
Este comportamiento, sin embargo, no es un caso aislado. Cada vez son más frecuentes —especialmente durante los periodos vacacionales— las publicaciones en redes sociales y medios de comunicación que utilizan la naturaleza para atraer tráfico y obtener “me gusta”, sin considerar que estas acciones tienen un impacto y afectan la conservación.
Según explicó el portavoz de Ecologistas en Acción, Theo Oberhuber, a EFEverde, todos generamos un impacto negativo al visitar espacios naturales protegidos, aunque el daño “varía mucho” según el lugar, por ejemplo, en zonas de montaña o humedales.
“Hay que tener en cuenta que la presencia, especialmente cuando hablamos de muchas personas, es decir, de una afluencia masiva, ya tiene impacto desde el momento en que entramos, por el pisoteo”, afirmó.
A su juicio, los principales impactos ambientales de la presencia humana en los parques nacionales incluyen el pisoteo, el abandono de residuos, el uso de vehículos, la contaminación acústica y que los visitantes se salgan de los caminos establecidos. Todo ello afecta a la biodiversidad.
En el caso específico de los creadores de contenido y el uso de redes sociales, desde Ecologistas en Acción consideran que generan un “efecto llamada” que es “casi inevitable”, pero que puede tener consecuencias negativas para estos espacios.
“Todos en alguna ocasión hemos difundido en redes sociales un espacio atractivo. Si ese lugar está preparado para recibir ese número de visitantes, el impacto puede ser menor”, añadió Oberhuber.
Por ello, la organización lleva tiempo reclamando que, especialmente en espacios protegidos y parques nacionales, se realicen estudios de capacidad de carga, es decir, cuántos visitantes pueden admitirse sin que ello genere un impacto significativo.
La carrera por conseguir “likes” a costa de la naturaleza pone en riesgo su conservación
“Dependiendo del comportamiento de los visitantes, sean influencers o personas comunes, el impacto variará considerablemente. Evidentemente, si difundimos un espacio, atraerá visitantes. Si el lugar está preparado para ellos y la gestión ha incluido estos estudios y establece límites, el impacto estará controlado”, afirmó.
Además, considera que existe un efecto llamada para saltarse las normas, como subirse a rocas, entrar en zonas inaccesibles o pasar vallas para lograr la foto más atractiva, lo que puede afectar gravemente a la fauna y flora de estas áreas.
En este contexto, Oberhuber cree que el primer paso para evitar que estas acciones se repitan es informar a la población sobre el impacto de sus actos, fomentando la conciencia y la reflexión antes de actuar.
“Lo primero que debemos hacer es ser conscientes del impacto que generan nuestras acciones. Muchas veces la gente piensa: ‘Bueno, si me acerco dos metros más a la orilla, no pasará nada’. Puede que no pase nada, pero también puede que sí. Por eso, esa persona debería contar con información previa sobre el efecto que causará”, concluyó. Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.










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