Fuente: Hoy Digital
Han transcurrido ocho meses desde la tragedia que conmocionó a toda República Dominicana: el desplome del techo en la discoteca Jet Set, y para los familiares de las personas fallecidas, el tiempo no ha conseguido sanar la herida.
En este diciembre, mientras las luces, villancicos y decoraciones propias de la temporada llenan el ambiente y el calendario invita a celebrar en todo momento, el dolor llama a la puerta, recordando a los afectados que esta será la primera Navidad sin sus seres queridos.
El accidente en Jet Set no solo dejó datos alarmantes y titulares desgarradores, sino también historias llenas de sufrimiento, mesas incompletas y sueños truncados; entre ellos está Karla Miguelina Lantigua, una mujer de 37 años que su madre, Miguelina García, describe como “la luz de sus ojos”.
García rememora el instante exacto cuando amigas de Karla llegaron a su casa para darle la noticia que cambió todo de inmediato.
“Al entrar a mi habitación me arrodillé y le dije al Señor: padre, necesito que me digas qué está pasando; si quieres una vida aquí está la mía”, comenta Miguelina mientras revive aquel día fatídico en que supo que su hija estaba bajo los escombros de lo que fue la discoteca más exclusiva de Santo Domingo.
Entre lágrimas recuerda cómo viajó desde San Pedro de Macorís, donde vivía solo con Karla, hasta el lugar del desastre, sin imaginar que ese día marcaría un antes y un después no solo en su existencia sino también en la memoria colectiva del país.
La noche que comenzó como una celebración al ritmo de las populares canciones del merenguero Rubby Pérez terminó con la muerte de 236 personas, entre ellas Karla y una amiga que cumplía años aquel lunes 7 de abril.
“Ella siempre estuvo muy pendiente de mí; yo cumplo años el 26 de diciembre y ella se lo tomaba muy en serio, hacía años que celebrábamos juntos”, afirmó Miguelina durante una entrevista con el periódico Hoy, donde abrió las puertas de su hogar, su vida y su corazón.
Además, recuerda cómo cree que Dios le mostró a su hija dentro de la discoteca sacando la cédula de identidad del bolso para ponerla en sus manos; por eso fue más sencillo reconocer el cuerpo cuando llegaron los miembros del Instituto Nacional de Ciencias Forenses (INACIF).
Sin embargo, Miguelina también relató cómo mantuvo la esperanza de encontrar a Karla con vida y que recibiera atención médica inmediata en algún centro sanitario de San Pedro de Macorís, pero eso nunca sucedió.
Ocho meses después, la habitación donde dormía Karla sigue igual que cuando ella se mudó a Santo Domingo, aunque su madre asegura que ya no es lo mismo sin las risas ni la voz del “torbellino”, como ella llamaba cariñosamente a su hija.
Amigos y familiares recuerdan a Karla Miguelina Lantigua como el alma de las fiestas, quien con su maravillosa voz y carisma iluminaba cada reunión o encuentro.
Manuel Caminero, primo suyo, la describe como una mujer apasionada en todo lo que hacía.
“Le encantaba cantar, especialmente cuando estaba con familia o amigos; incluso intentó participar en Latin American Idol”, comentó.
Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.









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