Fuente: altavoz
Florida, Miami.- Cuando las autoridades migratorias arrestaron al esposo de Rosa en Florida, ella quedó sola con sus dos hijos. Por miedo a que le sucediera lo mismo y a que los menores quedaran desamparados, decidió otorgar la tutela legal a la activista Nora Sandigo.
“Ahora salgo menos a trabajar porque temo no regresar a casa con mis hijos”, comenta Rosa, una guatemalteca de 32 años. “Es difícil explicarles la situación. Mi niño espera que su papá llegue y como no lo hace, se pone triste”.
Cada vez más inmigrantes indocumentados como Rosa están delegando la tutela de sus hijos a personas de confianza dentro de Estados Unidos. Este poder notarial autoriza al adulto a firmar documentos para los menores en colegios, hospitales y tribunales en caso de detención de los padres, sin que estos pierdan la custodia legal.
El incremento de estas situaciones coincide con el endurecimiento de la política migratoria impulsada por Donald Trump. Según datos oficiales difundidos este mes, desde que el republicano volvió a la Casa Blanca en enero se deportaron más de 605 mil indocumentados.
En Florida, donde reside una amplia comunidad extranjera, las detenciones por parte del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) aumentaron considerablemente, afectando principalmente a trabajadores de sectores como la agricultura, hostelería y construcción.
El esposo de Rosa fue arrestado en septiembre mientras laboraba en una obra y trasladado a un centro de detención en Texas, donde permanece actualmente.
La pareja emigró a Florida hace ocho años para escapar de la pobreza en Huehuetenango, departamento del noroeste guatemalteco donde nacieron.
Llegaron con una hija que ahora tiene 11 años y cuatro años después tuvieron un segundo hijo.
Nora Sandigo recibe los documentos entregados por Rosa. Esta nicaragüense naturalizada estadounidense comenzó hace 15 años a asumir la tutela legal de niños pertenecientes a familias migrantes mediante su fundación en Miami.
Actualmente es tutora legal de casi 350 menores nacidos en Estados Unidos y 137 extranjeros, aunque ha ejercido esa función con más de 2 mil niños.
Unos 20 niños llegaron a vivir con ella y sus dos hijas durante meses o incluso años cuando sus padres fueron deportados.
Sandigo, quien tiene 60 años, relata que recibe llamadas diarias de padres solicitándole ser tutora y que la cantidad “ha crecido enormemente” en los últimos meses.
Este fenómeno no se limita a Florida. Aunque no existen cifras oficiales, medios estadounidenses reportan numerosos casos similares en organizaciones y activistas que han incrementado estos trámites este año desde California hasta Vermont e Illinois.
“La llegada del nuevo gobierno con un mensaje aterrador sobre la persecución a inmigrantes ha generado mucha angustia entre los niños; ha sido impactante”, expresa Sandigo.
Una tarde de noviembre, justo antes del Día de Acción de Gracias, la activista recibe varias familias en su finca situada en las afueras de Miami.
Jessica, una chica de 14 años, llegó junto a sus hermanos y su madre para recoger una donación de alimentos, incluido el pavo tradicional para esta festividad familiar estadounidense.
La adolescente, ciudadana estadounidense por nacimiento, forma parte del grupo protegido por Sandigo. Nerviosa y moviendo las manos cuenta que la incertidumbre por la situación migratoria irregular de sus padres le provoca “miedo” y tristeza.
“Lo que más me preocupa es que se vayan ellos y también mi futuro. Porque si ellos se van, yo me iré con ellos”, dice con lágrimas en los ojos.
A su lado, Sandigo intenta confortarla asegurándole que todo saldrá bien. Jessica tiene toda su vida en Florida: amigos y planes para estudiar y trabajar en un hospital.
La activista, quien llegó a Estados Unidos como refugiada tras huir de la revolución sandinista en Nicaragua, teme que las actuales políticas migratorias causen daños psicológicos y resentimiento en toda una generación.
Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.









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