Fuente: Carpio/carpio@listindiario.com
Ayer, en este día sagrado, celebramos que Dios no permaneció distante ni indiferente ante nuestra historia. Se hizo hombre para caminar junto a nosotros, compartir nuestras alegrías y llevar también nuestras penas.
A través del Niño de Belén, Dios se acerca con ternura a cada hogar y corazón, especialmente a quienes sufren, se sienten solos o agotados. La Navidad nos recuerda que no estamos abandonados: Dios ha deseado habitar entre nosotros y revelar su amor con un rostro humano.
Por ello, esta celebración es una experiencia viva de fe y esperanza.
Que la profunda alegría de este gran misterio renueve nuestra confianza y nos motive a vivir con más amor, sencillez y fraternidad.
¡Feliz Navidad a todos! Hasta mañana, si Dios, usted y yo lo queremos.
Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.









Agregar Comentario