Fuente: Belén Mayo/belen_mayo@efe.com
Madrid (EFE).- La tecnología actualmente no solo permite conocer la ubicación exacta de una persona, sino que ha adquirido una nueva dimensión con numerosos grupos de jóvenes que optan por compartir en todo momento su localización y movimientos en tiempo real con amigos o parejas a través de redes sociales como Instagram o aplicaciones como “buscar” en iPhone o Google Maps.
“Saber en todo momento dónde están mis amigos reduce la incertidumbre y aporta tranquilidad. Existe ese miedo a quedarse fuera. No compartir podría interpretarse como que no formas parte del grupo, que tienes desconfianza o incluso algo que ocultar”, señala la psicóloga Silvia Álava en una entrevista con EFE.
¿De qué manera funciona? Las aplicaciones facilitan mucho este proceso: basta con activar esta función en Instagram, Google Maps o configurar el apartado “buscar” de los iPhone para un grupo de amigos seleccionado.
Instagram, además de permitir etiquetar la localización en las publicaciones, ofrece una nueva función llamada ‘mapas’ donde se puede compartir la última ubicación con todos los seguidores o únicamente con el grupo de “mejores amigos”. La aplicación avisa con un mensaje indicando que “se comparte tu ubicación exacta y se actualizará cada vez que abras Instagram, pero desaparecerá si no abres la aplicación durante 24 horas”.
“Puede resultar beneficioso porque facilita la organización y la seguridad, ya que los amigos saben dónde estoy y pueden ayudarme si ocurre algo. Esto genera sensación de cuidado y apoyo. Sin embargo, tiene riesgos cuando se convierte en algo impuesto y fomenta dependencia emocional, confundiendo confianza con vigilancia”, explica Álava.
Este es un modelo tecnológico que permite a un conjunto de personas conocer constantemente las actividades, ubicación y rumbo del resto.
Sandra Lázaro, de 29 años, forma parte de un grupo geolocalizado con sus mejores amigos. No siente que esté siendo vigilada porque comparte su ubicación solo con personas en quienes confía completamente: “Es una manera de sentir seguridad. Vivo sola y cuando regreso a casa ellos ya saben por dónde vamos cada una”.
En su caso también le sirve para localizar su móvil cuando lo pierde o ante un posible robo, aunque admite que a veces también provoca situaciones cómicas: “Siempre llego tarde y muchas veces les digo ‘ya voy’ cuando aún estoy saliendo de la ducha”, bromea.
Por su parte, Paula Santiago, de 30 años, mantiene su ubicación permanente compartida no solo con amigas sino también con su novio: “Mi pareja no quiere compartir su ubicación conmigo, pero yo, como mujer, me siento más segura. Me parece positivo que personas cercanas sepan dónde estoy por si sucede algo. No me siento vigilada ni tengo nada que ocultar”.
La psicóloga Silvia Álava recalca que “estamos divulgando datos muy personales que nos hacen más vulnerables a otros problemas derivados de las redes”. Señala que esta práctica puede tener ventajas si se realiza con personas cercanas y siempre “conscientes del uso, con un propósito claro y nunca por miedo a quedar fuera del grupo”.
Según expertos, el temor a agresiones y el sentido de pertenencia son dos de las principales razones para hacerlo, siendo habitual excluir a los padres en este tipo de círculos.
“Muchos padres desean geolocalizar a sus hijos principalmente para calmar la ansiedad de no saber dónde están”, añade la psicóloga.
En este sentido, antes de activar esta herramienta, aconseja a los padres fomentar la confianza y el respeto para que sus hijos comuniquen qué están haciendo y sepan que ante cualquier problema la primera persona a quien pueden acudir es a ellos.
Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.









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