Salud

Comprendiendo el efecto let down: la base biológica del desgaste emocional en Navidad

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No hubo señales anticipadas: solo un cansancio profundo, un dolor de cabeza persistente, una gripe inesperada y una sensación difícil de describir.

Fuente: Hoy Digital

El desgaste aparece después del caos, no durante

Tras semanas de trabajo extendido, compromisos acumulados y responsabilidades cumplidas puntualmente, fue en diciembre cuando el cuerpo finalmente dijo basta. No hubo señales anticipadas: solo un cansancio profundo, un dolor de cabeza persistente, una gripe inesperada y una sensación difícil de describir. No se trataba de depresión ni de simple fatiga. Era algo más silencioso, más común y, paradójicamente, más ignorado: el efecto let down.

Este fenómeno, poco difundido fuera del ámbito clínico, explica por qué muchas personas enferman, colapsan emocionalmente o se sienten abrumadas justo al terminar el estrés. Lejos de ser una debilidad personal, es una reacción neuropsicológica natural de un organismo que ha permanecido demasiado tiempo en modo supervivencia.

“El efecto let down se refiere a la caída posterior al estrés que ocurre tras un periodo de tensión, sea corto o prolongado. No importa la duración: el proceso neuropsicológico es igual”, detalla la psicóloga clínica, perinatal y docente universitaria Caluz Polanco (M.A.).

Durante semanas o meses, el cuerpo funciona bajo alerta constante. El aumento sostenido de cortisol, adrenalina y noradrenalina mantiene a la persona concentrada en resolver, resistir y protegerse. Incluso el sistema inmunológico se suma a este esfuerzo extraordinario. El problema surge cuando desaparece el “peligro”.

“Cuando bajamos la guardia, el cuerpo se desploma física y mentalmente. Surgen agotamiento marcado, malestar general, dolores musculares, cefaleas, infecciones virales e incluso síntomas de ansiedad o similares a la depresión, sin que esto implique necesariamente un diagnóstico clínico”, aclara Polanco.

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Un ejemplo claro y conmovedor es el siguiente: alguien sufre un accidente de tránsito, parece estable, ayuda a otros y llama a emergencias… pero colapsa después de que todo terminó. El cuerpo sostuvo lo imposible mientras fue necesario; luego cobra factura.

La Navidad es la época del año en que muchas personas desaceleran, toman vacaciones o simplemente se permiten detenerse. Y justamente en esa pausa emerge el desgaste acumulado.

Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el estrés crónico es uno de los principales factores que debilitan el sistema inmunológico, aumentando hasta en un 40 % la vulnerabilidad a infecciones respiratorias tras periodos prolongados de sobrecarga. A esto se suma que, según la American Psychological Association (APA), más del 60 % de los adultos reporta sentirse emocionalmente exhausto al finalizar el año, cifra que crece durante las fiestas.

En República Dominicana, médicos y psicólogos coinciden en un patrón recurrente cada enero: aumento en consultas por gripe, fatiga persistente, crisis de ansiedad y desregulación emocional. El clima, la mayor circulación de virus respiratorios, excesos alimentarios y consumo alcohólico elevado, alteraciones del sueño, las aglomeraciones sociales y las expectativas emocionales propias de las fiestas actúan como detonantes para un bajón más intenso.

“La Navidad tiene un componente reflexivo y nostálgico que también afecta. Bajamos las revoluciones y el cuerpo aprovecha ese momento para manifestar todo lo que no pudo procesar durante el año”, señala Polanco.

No es falta de ganas: es biología

Uno de los errores más comunes es interpretar este bajón como pereza, ingratitud o falta de disciplina. Nada está más lejos de la realidad. El efecto let down no distingue entre situaciones extremas o estrés cotidiano: aplica tanto a experiencias límite como a presiones autopercibidas —como prepararse para un examen, mantener múltiples empleos o cumplir roles familiares sin descanso.

Investigaciones publicadas en Journal of Psychosomatic Research muestran que quienes presentan altos niveles de autoexigencia y permanecen largos períodos en “piloto automático” tienen más probabilidades de sufrir colapsos físicos y emocionales al culminar etapas demandantes.

Escuchar al cuerpo también es cuidarse

Superar el efecto let down no significa “volver a rendir”, sino aprender a vivir diferente. La psicóloga Caluz Polanco insiste en que atravesar esta caída debe ser una señal para cambiar, no un episodio para silenciarse.

Entre las recomendaciones clave para gestionarlo saludablemente figuran:

Escuchar al cuerpo y descansar sin culpa.
Mantener una alimentación adecuada y suplementación bajo supervisión médica.
Practicar autocompasión y aprender a decir no.
Administrar el tiempo para reducir estresores innecesarios como el tráfico.
Recordar que enero no es una carrera nueva sino la continuación de decisiones conscientes.
“Si atraviesas este bajón es porque abusaste del cuerpo y la mente. Vivir en automático y en modo alerta no es saludable”, afirma la especialista.

Detrás de cada persona enferma en vacaciones o adulto agotado en enero hay una historia silenciosa de resistencia. El efecto let down no es una falla personal sino una señal colectiva en una sociedad que premia productividad pero castiga el descanso.

Quizás la verdadera pregunta no sea por qué colapsamos en Navidad sino por qué aprendimos a vivir todo el año al límite. Escuchar, acompañar y comprender a quienes enfrentan este bajón también es un acto social de empatía. Porque sanar no siempre comienza haciendo más sino permitiéndonos finalmente detenernos.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

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